dieciocho

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𝙉𝘼𝘿𝙄𝘼

—¿Nadia?

¡Estoy cagando! — escuché cómo se reía en el pasillo y después sus pasos alejarse hasta supongo yo, la cocina.

Me limpié el culo cuando terminé, me lavé las manos y salí a recibir a mi hombre.
Estaba de nuevo con el delantal rosita y cocinando huevitos con más cosas para desayunar.

Me costó acostumbrarme a los desayunos de los chinos estos, en mi casa de pedo habían saquitos de mate y rasquetas del día anterior.
Me acerqué para darle un besito y me fui a poner la mesa para ayudarlo en algo.

Cuando terminó me sirvió mi plato con salchichas cortadas como pulpo yo la verdad ya no me podía enamorar más.

—A partir de hoy empezarás a entrenar nuevamente ¿lo sabías? — me atraganté con una pata de pulpo.

¡¿QUÉ?! ¿POR QUÉ PINGO NADIE ME DIJO?

Te lo dije al menos cinco veces ayer.

Ah.

Me miró con una ceja alzada y siguió comiendo lo más pancho.
Bueno, era muy posible que me haya dicho eso ayer, pero mi cabeza no le presta atención a las cosas innecesarias, y en ese momento seguramente su carita estaba acaparando toda mi atención.

Terminamos de comer y me puse a lavar los platos para que viera que no era una vaga. Odiaba hacerlo, se me despintaban las uñas con el esmalte trucho que tenía.
Justo cuando terminé de secar el último plato, apareció.
Tenía la ropa de siempre y se estaba acomodando uno de sus guantes.

—Muy bien, andando.

¿AHORA? Pero pero qué pasa con la siestita...

Ve a cambiarte, no tardaremos mucho.

No papi, mi siesta es sagrada.

No me voy a ir sin dormir primero.

Nadia te acabas de levantar.

¿Y?

Necesitas entrenar, ve a cambiarte.

No.

¿Prefieres ir así? Bien. — se empezó a acercar y me levantó con un solo brazo bueeena.

PARÁ PARÁ YA VOY PELOTUDO BAJAME O ME TIRO UN PEDO.

Soltó una risita y me bajó de nuevo, cuando lo miré estaba sonriendo. O eso pensaba, tenía la máscara.

Me fui enojada y entré a la pieza dando un portazo. Busqué la ropa ninja esta que se cae y me cambié con bronca.
Bue re enojada.
Salí después de hacerlo esperar diez minutos por pura puta y lo vi sentado en el sillón acariciando a Haru.

Ya estoy.

Pensé que te habías ido por la ventana.

Ah qué pajera no se me ocurrió.

Vamos, así luego puedes dormir.

Ay.

Lo seguí aguantandome las ganas de agarrarle la mano, Kakashi no era empalagoso con este tema y seguramente no le gustaba hacer cosas así en público.
Igual, cuando pueda le toco el culo.

Cuando llegamos a un área de entrenamiento se dio la vuelta y sacó un cascabel de su bolsillo.
—Intenta tomarlo.
Se lo enganchó al pantalón y sacó su libro cochino para empezar a leerlo.

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