catorce

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𝙉𝘼𝘿𝙄𝘼

Bueno, nos culiaron

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Bueno, nos culiaron.

El tiburón ese me había sacado el poco chakra que tenía rozandome con la espada esa que tenía y me había echo cagar, encima tuvo que aparecer el dueño de mis tangas y bueno, Itachi lo torturó por no sé cuántos días en su cabeza cuando en realidad no pasaron ni cinco segundos.

Miedo.

Estaba sentada al lado de la cama en donde estaba acostado el peliplata mirándome las uñas, un poquito de esmalte se había ido después de la pelea. Itachi de mierda me hizo arruinar mis uñas.
Al parecer estaban buscando a Naruto, y esperaba con todo mi corazón que no lo hayan encontrado o algo, mi nene estaba con Jiraiya, el viejo sucio al que lo había cagado a palos una vez.
La pieza de Kakashi me estaba dando ganas de tirarme por la ventana, su olor era adictivo y yo me vuelvo adicta a las cosas con facilidad.
Los demás hablaban del tema bajito, para no molestar a Kakashi seguro.

Poco después entró Sasuke, su carita me dio pena cuando lo vio tirado en la cama medio muerto.
Sasukiii. — me levanté y caminé hasta el con una sonrisa.
—¿Por qué está así? ¿Por qué están todos los jounins y Nadia aquí? — Auch, ya sabía que no tengo ni el nivel de un gennin gracias por recordarmelo, pendejo sorete.
La puerta se abrió de golpe otra vez. —¡¿Es cierto que Itachi regreso?! ¡¿Y que está buscando a Naruto?! — no me la contes.
Sasuke se fue al pingo en dos segundos.
Ah pero vos no sos mas pajero porque no podés amigo. se sonrojó.
Lo empujé para correr atrás de Sasuke pero el hijo de su buena madre corría más rápido que yo para ir a la salada.

Al final, me obligaron a quedarme en la aldea cuidando al peliplata, buenísimo, magnífico, espectacular, increíble.
Estaba pensando en formas de suicidarme mientras caminaba hasta su departamento.

Ese mismo día habían traído a Sasuke, estaba peor que Kakashi.
Me dio pena e incluso sentí la impotencia que emanaba solamente su presencia, quería que despertara solamente para abrazarlo.

Los siguientes días la pasé viéndolo dormir, y cuidando de Kakashi, quien en ningún momento me dirigió la palabra. Ninguno de los dos hablaba, solamente lo ayudaba a levantarse de la cama y volver a meterse, le hacía la comida y se la dejaba sobre sus piernas para irme.
Ni una palabra, ni siquiera un gracias.

Me paré frente a la entrada de aquella casa cuando llegué.
Asumaaaa. un ratito después la puerta se abrió con pereza, el humo salió hacia fuera y sonreí.
Me dejó pasar y fui directo a tirarme sobre el sillón con el ninja pisandome los talones.
Se sentó a mi lado y me tendió la cajita con los cigarros que siempre fumaba. Tomé uno y saqué el encendedor que me había regalado el otro día, iba a juego con el suyo, el mío era rojo.
En poco tiempo Asuma era casi un mejor amigo, todos los días venía a fumar con el después de lo que pasó con Sasuke y eso, vine a pedirle que me dijera cuáles eran sus cigarrillos ya que el olor siempre me había gustado.

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