veinte

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𝙉𝘼𝘿𝙄𝘼

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𝙉𝘼𝘿𝙄𝘼

¿Seguro que sí le entendiste?

—Que sí.

Muy muy seguro?

—Sí.

Bueno, ya nos podemos ir. —suspiró y se levantó del sillón. Dejé la carta que le había escrito a Kakashi encima de la mesa, agarré la mochila y me fui.
Le mostré una frase a Yamato para ver si entendía lo que escribía y dijo que sí así que asumo que el peliplata también va a entender lo que le dije.

Me había dicho que no era necesario llevar tantas cosas, que podíamos comprar ropa y más cosas en el pueblo.
Al que por cierto, íbamos a pata.

Estaba medio lejitos, así que íbamos parando de vez en cuando porque a mi se me cantaba, el Yamato a veces me miraba de una forma rara y la verdad me daba miedo un poco más y me cagaba encima.

Unos pocos metros más allá aparecieron tres tontitos encapuchados saltando de los árboles.
Dos se le tiraron encima a Yamato y el tercero me empezó a intentar dar piñas.

—¡Quitale la bolsa a la mujer! — el más bajito de los tres le gritó al que me pegaba, mientras Yamato lo encerraba en una especie de caja de madera, se dio la vuelta rápido y siguió peleando con el otro.

—¡Suiton no Ju-

Le encajé una trompada antes de que terminara de hablar y le di vuelta la cara. —La concha de tu hermana no jutsu hijo de mil puta. — cuando le quise meter una patada en la espalda Yamato me agarró de los brazos.

—¡Ya para!

¡No! Hay que enseñarle que con nosotros no hay que meterse, soltame gordo termotanque.

Está noqueado.

Sí, y?

Déjalo así, vámonos.

No tengo ganas.

Me miró, la cara se le oscureció y su cuerpo quedó rígido. —He dicho: vámonos.

Sí señor.

Antes de llegar al pueblucho nos frenó y nos hizo esconder en el bosque que estaba al costado, agarró su mochila y me tiró ropa, y dos pelucas.

Y esta cagada?

—Elige una, la usarás hasta que acabe la misión, a partir de ahora no eres Nadia, no existe, eres una mujer normal felizmente casada con... con... conmigo. — se aclaró la garganta. —Solo por la misión.

Lo miré alzando una ceja, era cago de risa por sí solo.
Elegí la rubia y con su ayuda me la puse bien para que no se caiga. Vi la ropa que me dio, era normalita, pero no mi estilo, así que agarré un vestido largo oscuro.

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