Una nueva etapa comienza para Yoongi y Jimin. Nuevas puertas se abren y dan lugar a nuevos retos que ellos deberán afrontar.
Las dudas han comenzado a surgir y ellos harán todo lo posible para encontrarles una respuesta.
La puerta del salón 103 se abrió revelando la figura del director y un joven enfundado en un pulcro uniforme de chaleco de hilo negro, pantalón de vestir negro, zapatos de lustroso cuero negro, una camisa blanca prendida hasta el cuello y una horrible corbata. Ambos se pararon frente a los estudiantes junto a la profesora de matemáticas.
—Buenos días estudiantes, sé que en estos últimos días el colegio se ha visto afectado por las trágicas muertes de dos de sus compañeros, pero, ese no es un motivo para que descuiden el estudio y todo el esfuerzo que han puesto para llegar hasta aquí. Están cursando el último año, y tienen que dar todo de si para ingresar a las mejores universidades. Tarde o temprano, la muerte vendrá por nosotros, el cómo no es lo importante, así que dicho esto, espero que sus promedios se mantengan como hasta ahora —habló con una tranquila indiferencia el director—. Él es nuestro nuevo estudiante, quien ha viajado desde su ciudad natal Busan para venir a estudiar aquí. Su nombre es Jeon JungKook.
El joven de cabello negro hizo una reverencia profunda, pero no formuló ni una sola palabra.
—Bien, los dejaré ahora con la profesora, con su permiso.
Los estudiantes se pusieron de pie y respondieron a la despedida como si se tratase de algún ente importante. Jungkook resistió las ganas que tuvo de decir algo fuera de lugar ante tal comportamiento de rebaño.
—Señor Jeon, por favor diríjase al tercer asiento de la fila del medio. Empezaré las clases inmediatamente. El tiempo apremia. —Indicó la profesora.
Jungkook asintió e hizo lo solicitado y mientras caminaba a lo que poéticamente tituló el "pabellón de la muerte", fue capaz de sentir cómo las miradas de sus, ahora compañeros, transmitían muchas cosas; curiosidad, envidia, escepticismo, y muchas otras para las cuales no tenía tiempo, pero, entre todo ese mar de mirada hubo alguien que estaba siendo ajena a su presencia.
Era la chica del fondo izquierdo junto a la ventana, ella solo estaba allí sentada viendo hacia el patio, con mirada ausente, como si no estuviera pendiente de lo que estaba pasando a su alrededor. No le pareció algo que fuese extraño así que también lo dejó pasar.
Tomó su lugar y de su bolso sacó una libreta y una lapicera. Volver a la escuela era un asco, pero también le era divertido, había hecho muchas cosas tontas en la vida como para no fingir que era un adolescente otra vez. Llevó su mano a sus labios para ocultar su sonrisa traviesa, ahora era un alumno modelo, esa mujer que explicaba las formulas de calculo diferencial podría darle de nalgadas con la enorme regla que llevaba en sus manos si lo descubría.
La clase de matemáticas fue extensa y pesada, nada que él no supiera sobrellevar, entendiendo un poco mejor el tipo de nivel de exigencia que tenían en ese lugar. Pobres estudiantes, vivir de esa manera no estaba bien, ellos no eran simples números, esa era una manera muy cruel de crear una competencia de todos contra todos y de paso una inseguridad del tamaño de Asia.
Él nunca sería capaz de comprender ese estilo de vida, lo detestaba profundamente y más a las personas que se encargaban de transmitir ese tipo de pensamientos, estaba bien aprender porque aprender era útil para la vida diaria, pero aquello, lo que esa escuela hacía, lo que la sociedad hacía con los jóvenes...era horrible.
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