🎇Capítulo 27🎇

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 Sin ninguna posibilidad de volver a conciliar el sueño, hacía exactamente una hora que Min Yoongi se hallaba despierto. Laxo en su cama y con sus mantas envolviéndole en un cálido calor, él se hallaba observando un punto imaginario en la nada misma.

Todo él era un desastre, su cabello estaba sucio y enmarañado por el constante manoseo que sufrió. Su piel delicada como porcelana estaba maltratada, seca y opaca, tal y como se veía cuando caía enfermo, siendo su rostro la zona más notable de su estado de decaimiento. Rodeando la parte inferior de sus pómulos hasta la zona de su mentón, la sombra de una barba se hallaba instalada. Sus ojos cansados e irritados por las noches en vela y el constante llanto, estaban adornados por profundas y oscuras ojeras que hacían un horrible contraste con la palidez de su piel.

Justo en ese preciso momento, el detective Min era la imagen física de la decadencia.

Desde que arribó a su casa tres días atrás, se encerró en la oscuridad de su habitación sin tener ninguna intención de salir de allí hasta nuevo aviso. Tenía mucho que meditar, mucho que pensar, reflexionar y sanar. Y una vez que lo hizo, lo cual le tomó un día y una noche, fue inevitable que colapsara. Tres días y tres noches fueron las que lloró hasta quedarse dormido por el cansancio físico y emocional que sanar le suponía.

Pero estaba bien, porque el haberse roto de esa manera le demostró que había muchas cosas guardadas que nunca había tenido la oportunidad de sacar a la luz. Le demostró que las lágrimas que había derramado en todo un año, apenas fue la punta del iceberg de todo lo que fue acumulado con el tiempo en su interior.

Hay una vieja frase que decía así "el remedio es peor que la enfermedad", refiriéndose a que a veces, cuando se busca solucionar un problema, al final lo que se supone va a arreglar dicho problema no hace más que empeorarlo. Pero para Yoongi no fue así, porque a pesar de que el trago fue amargo, lo ayudó a liberarse de aquella pesada mochila que estuvo arrastrando con él durante mucho tiempo.

Mierda, él se veía justamente como la mismísima mierda, pero, aun así, los cambios que ocurrieron en su interior fueron para mejor.

Con pereza sacó su teléfono que se hallaba debajo de su almohada, lo desbloqueó y se topó con una foto de Jimin ¿en qué momento la cambió? Un misterio que quizás nunca podrá descubrir. Pensó en quitarla, pero el que lo pensara no hizo que lo hiciera realmente.

Fue el Jimin de la foto quien lo acompañó durante todo su proceso. Ocasionalmente se hallaba pensando que debió escribir, dar alguna señal de que todo estaba relativamente bien, pero no lo hizo, y Jimin tampoco llamó o escribió.

No le importó, porque sabía mejor que nadie que ese era Jimin dándole su espacio, esperando como otras veces que él decidiera dar el primer paso cuando estuviese listo, y siendo justos, Yoongi lo hacía por la misma razón. Jimin debía estar muy ocupado con todo los preparativos para el funeral de Hoseok y el asunto de su tía como para darse un respiro y comunicarse con él.

—Oh mierda...—jadeó abriendo desmesuradamente sus ojos—. ¡El funeral!

Yoongi salió disparado de su cama a lo que un torpedo de un submarino.

¿Cómo había sido tan tonto como para olvidarlo? Le debía al menos eso a Hoseok y a Jimin.
Con pasos descuidados y tropezándose de vez en cuando, Yoongi corría de un lado a otro buscando lo más adecuado para la ocasión. Tras encontrar algo decente para ponerse, lo tiró todo sobre su cama y se metió a bañar. Jimin de verdad le agradecería mucho el verlo medianamente presentable ante su familia.

Una vez que su cuerpo y cabello brillaron cual cucharas de platas recién pulidas, Yoongi tomó su máquina de afeitar y su crema, no tenía mucho tiempo por lo que fue tan rápido como su creciente temor a rebanarse la cara por la mitad le permitió.

✨IN THE LIGHT✨️ Vol.II ||YM|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora