Capítulo 30. Tentaciones

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Capítulo 30. Tentaciones.

Canción: Save me - McKenna Breinholt

Durante el tiempo en que Rodrigo manejó sentía que el pecho se le oprimía. Nara no le había mandado mensaje aún así que era una buena señal, pero nunca una ida al supermercado se le había hecho tan eterna. Se bajó del carro y lo dejó con la puerta abierta, llevándose sólo la llave. Entró corriendo, después iría por las cosas del mandado y a cerrar el carro, la tarde comenzaba a caer en Valle de Bravo pero Rodrigo no tenía tiempo para revisar los preciosos colores ámbar y calabaza de la tarde.

-¡Nara!, ¡Nara aquí estoy!, ¡Nara háblame!

Sus gritos se escucharon entre cortados en lo que entraba a la casa que estaba cerrada también, las manos le temblaban cuando abrió la puerta y la abrió tan de golpe, que la puerta se azotó contra la pared.

-¡Nara dime algo por favor!-Dijo el corriendo escaleras arriba. La puerta de la habitación estaba cerrada.

Se detuvo en el pasillo con el corazón en el pecho. Se comenzó a abrir rápido y la silueta de su novia se asomó por ella. Con el cabello alborotado, descalza pero ahora vestía un vestido floreado en color rosa pastel.

-¿Rod?- Alcanzó a llamar.

Rodrigo levantó las palmas hacia ella en señal de rendición, sentía cristalinos los ojos y le picaban del miedo.

-Amor soy yo.

Dijo el empresario con un hilo de voz. Nara abre la puerta y se escuchan sus pasos correr por la madera y lanzarse hacia los brazos de su novio. Rodrigo la carga y ella envuelve sus piernas alrededor de su cadera y solloza con fuerza, el empresario suelta unas lágrimas también.

La chica esconde su cara en el cuello de él, mientras se aferra a él como si fuera lo último que pudiera hacer antes de morir. Rodrigo siente que el nudo en su garganta lo asfixia, lo lastima... Hacía tanto que no sentía tanto miedo.

-¡Llegaste!-Exclama ella con la voz quebrada y temblorosa. Rodrigo asiente en silencio, en afirmativa.

-Claro que sí amor, siempre voy a llegar.

Dice para tratar de protegerla y hacerla sentir segura. Se quedan ahí, un instante grabado en la eternidad. Un abrazo que significaba todo para ellos, un momento tan íntimo que significaba y llevaba todo el amor que podían expresar entre lágrimas y sollozos, entre dudas y nudos de garganta.

-Te amo. Te amo- Repite la chica, como si su vida dependiera de ello.

Rodrigo no tenía idea de lo que él ahora significaba en su vida. Era alguien en quien podía confiar, dejar regadas sus lágrimas de cocodrilo, alguien a quien podía contarle quién era y lo que sentía, sus sueños y podía comenzar a compartir su vida con él... Pero al mismo tiempo, le permitía ser libre, sentirse libre, la amaba y disfrutaba estar con ella pero la dejaba volar cada vez que necesitaba hacerlo. Le había mostrado que confiar era posible otra vez y que no era estúpido hacerlo. Cada bendito gesto que tenía hacia ella lo era todo y al mismo tiempo significaba nada para él pues era algo que haría por ella, porque la amaba sin esperar nada a cambio.

-También te amo, pequeña.

Con las caras de ambos aún húmedas de agua salada, se dieron un tierno beso que para ellos lo significó todo.

Después de un momento de silencio y de estar en aquel pasillo abrazados, Rodrigo logró separarse de ella, lo sentía casi doloroso el separar su pequeño cuerpo del de él. Pero lo logró, retiró sus lágrimas con su pulgar de sus mejillas y le dio un beso en la frente.

Latido | Rodrigo Herrera - Sharktank México |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora