Música para su cap: She wants to know - Half Moon Run. https://youtu.be/HPyd_i6ZtIM (Está canción fue una petición de una de ustedes :3, si quieren una canción en la novela, comentenla o manden un mensajito, yo la pondré en un cap que sienta que le pega bien)
Nara tenía los ojos muy abiertos. Maricela había entrado a su oficina como si huyera de la policía. Se levantó al verla entrar corriendo tan agitada.
-¿Qué sucede?- Preguntó Nara colocando el lápiz que tenía en la mano detrás de su oreja. Maricela, una mujer más alta que ella, ligeramente robusta con el cabello corto y muy chino color rojizo, la miraba con una sonrisa.
-¿Qué te dio?- Le dijo a Nara buscando cosas raras o anomalías en el escritorio hasta que posó su vista en el delicado florero rosa- Oh por Dios... Qué delicado, es tan... Tierno. Lo vi. Lo vi cuando llegó, temprano como siempre, traía algo en las manos pero sabía que venía hacia acá y no quise interrumpir, mejor callé y pensé que entre chicas sería mejor guardar un secreto.
Nara no sabía por qué, pero había que a Maricela le agradaba y mucho.
-Lo vi, lo vi cuando guardó tu tarjeta, quería devolverte tu café, pero saliste corriendo... Fue increíble lo que hiciste, de verdad. Jamás lo había visto así con la bocota abierta- Echó una carcajada y le dio una palmada en la espalda, comenzó reír también- Uy pero si eres una chulada, un diamante en bruto sin duda, corazón si no es indiscreción ¿Eres talla 9?- Así era. A veces sus pantalones tendían a ser una talla extra debido a sus caderas y también al hecho de que, debía reconocer, tenía un trasero fabuloso (o eso le habían dicho sus amigas). Nara asintió con pena, parecían viejas amigas hablando de moda- ¡Lo sabía! Soy muy buena para ello, conozco a Rod desde hace añísimos, pero jamás había visto algo como esto es maravilloso... Hasta que lo veo emocionado realmente por algo, que no sea de trabajo.
Nara escuchaba a la mujer con atención, la veía hablar y se sonreía con ella también.
-Ah no hagas caso a Javier. Es un quisquilloso pero hace bien su trabajo.
-Así como molestar a gente nueva según veo- Dijo ella pasando un dedo por su garganta, como si el canoso le hubiera cortado la garganta de verdad, enseñó la lengua y se hizo la muerta bajando la cabeza.
-Oh dame todo eso, no te preocupes- Nara le impidió tomar todos esos papeles, podía hacerlo, aunque hoy se quedara a dormir en Genomma Lab, había camillas y mantas en un área que desconocía, pero sabía que estaban ahí- Puedo hacerlo, sólo desearía teclear más rápido en esta cosa.
Dijo tomando su calculadora. Maricela la veía con curiosidad, oh había frente a ella una nueva empleada, valiosa sin duda. Confiada en su aprendizaje, en los papeles que ella misma había checado para su entrevista, confiaba también en el hecho de conocer de las matemáticas, amaba la matemática. Pero, al mismo tiempo, veía una muchachilla joven, dudosa de confrontar a alguien (aunque siempre terminaba por hacerlo) y que empezaba su vida de verdad como una adulta.
Una adulta con mente de persona longeva, con cuerpo de una jovencita universitaria (por que prácticamente lo era), con ojos y corazón de niña. Espléndido. Su amado amigo estaba en buen camino.
-Espero que un día de estos, podamos salir a comer, yo invito.
Hablaron sobre su primer día, el embrollo de la máquina coreana, el encuentro con Rodrigo en el MIDE y Maricela parecía más y más sorprendida.
Aunque había omitido el detalle de la fiesta, Maricela estaba al tanto de absolutamente todo, después de todo, aquel misterioso y ligeramente dramático caballero que habitaba en su oficina, era su amigo. Y lo conocía. Y lo sentía. Y presentía que aquello, toda esa maraña de eventos era una buena señal, para desempolvar todo el romance, secar un corazón húmedo por el tiempo y abrir la puerta de las emociones de su amigo... Muchas de las cuales creía perdidas para siempre.
Enmascaradas por una perfecta y preciosa educación, una pizca de orgullo y un litro de elegancia en la que se había convertido Rodrigo Herrera Aspra.
***
El tiempo había pasado y Nara tenía pendientes dos documentos por checar. Había muchas cuentas erróneas y variaciones que, a la larga, iban a ser mucho más costosas de lo que eran actualmente.
-Soluciona el 20% de tus causas... Solucionarás entonces el 80% de tus problemas.
Repitió aquella regla que era como un mantra en la Calidad. Ya iban a ser las dos, pronto sería hora de comer, tendría que faltar a la invitación de Rodrigo, después de todo era su compañía de la que estaban hablando. Además, cada que acababa veía la preciosa margarita en su florero rosa. Pensó por un momento que la iba a marchitar si seguía viéndola de esa manera, pero no pasó.
Pronto, todos y cada uno de los empleados se dirigieron a la salida, al comedor, a la cocina a calentar su comida previamente guardada, menos ella. Maricela vio cómo su jefe volaba hacia la dirección donde se encontraba Nara. Después de todo, decían antiguos proverbios... El corazón quiere, lo que el corazón quiere.
Y estaba comprobado, hasta por los mismos dioses, que en tal caso... No había nada que hacer.
Nara había decidido que era hora de conocer quién era Rodrigo Herrera en realidad, sabía que era un hombre atractivo, con la sonrisa más preciosa y luminosa que había visto jamás; gracias al poder del chisme (o comunicación de retroalimentación como decía su mejor amiga) sabía que mantenía una vida privada, muy privada. Que era fanático de dormir poco, que en su oficina tenía muchísimos libros y que la mayoría los había leído, sabía también que vestía increíble siempre... Pero, ¿Quién era de verdad detrás de toda esa imagen? Caballero, por su puesto. Pero, ¿Qué más había debajo de la imagen que mantenía todos los días en su oficina y al salir? Quería saberlo, deseaba saberlo.
Si estaba a punto de aventurarse hasta las últimas consecuencias de aquello quería saber con quién se estaba metiendo. Había dejado de ser confianzuda y boba hasta cierto punto hacía muchos ayeres, recuerdos amargos la habían obligado a ello, pero por primera vez alguien había tenido un delicado y precioso detalle con ella: La flor.
Quería saber quién era, cada noche, en la que poco a poco pasaría el tiempo hasta poder ir a aquella fiesta con él... La presionarían a saber más y más. Rodrigo no era del tipo de chico que se deja impresionar, tampoco era el tipo de andar rogando eso era más que obvio, sabía por su forma de ser con ella que por otro lado, era coqueto aunque muy dulce al mismo tiempo.
Una mezcla peligrosamente adictiva.
-¿Trabajando demasiado?- Su voz la hizo saltar de su silla, literalmente. La muchacha casi suelta el lápiz que ya había reducido considerablemente su tamaño y su cabello oscuro había volado ligeramente- Eso fue... Adoranble.
-Menos mal somos un laboratorio de medicamentos... Consígueme algo para el corazón.
Dijo ella con la palma de la mano derecha tocando su pecho, oh si ahí estaba su corazón que buen susto se había llevado.
-¿Lista para ir a comer?- Sabía que no podría obtener un no de respuesta y por ella estaba bien, estaba famélica- ¿Qué te apetece?
-No lo sé. ¿Alguna recomendación del chef?
Salieron riéndose de la oficina, Javier veía desde lejos. Receloso. Molesto. Fastidiado de la pequeña mujer que se había enganchado del brazo de su jefe. Estaba furioso y confundido de que aquella insignificante novata, hubiera sido la elegida para que su jefe le extendiera el brazo.
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Chicas! Lamento la tardanza, pero ando movida con mi regreso a cuatrimeste :c no sé ni cómo hacerle porque me absorbe muchísimo tiempo, por ello ando metiéndole todas las ganas aquí a la novela.
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Latido | Rodrigo Herrera - Sharktank México |
RomanceNara es una chica que llega a trabajar a Genomma Lab con la esperanza de comenzar a hacerse de un dinero personal y pagar algunas deudas que tiene con Hacienda, recién egresada de su carrera en Ingeniería, termina haciendo más bien labores de oficin...