Capítulo 13. Noche

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Canción: Bajo el Agua - Manuel Medrano. Link: https://youtu.be/zLX_GcXt2pI?list=RDXlssWXZk6fA 

*Meses antes*

Nara corría con la mayor velocidad que tenían sus piernas, los tacones seguramente habían hecho mella en sus pies, pero no importaba no sentía nada, no escuchaba nada que no fuera su corazón desbocado, a punto de salirse de su pecho.

Odiaba ser mala corriendo. Sentía que le ardían los pulmones pero el agujero en el pecho le hacía más daño todavía, la habían sacado de su clase a media exposición, no se había puesto bien el suéter, lo traía enredado en su mochila, se veía espantosa, el cabello se le metía en la boca cada vez que jadeaba por aire. Odiaba no tener carro propio, sólo su padre tenía y no le habían comprado uno por ser demasiado joven.

Le daba miedo a sus padres que se fuera de fiesta o todo un fin de semana, pero no era así. Nara era la chica que siempre estaba en clase, participaba, hacía la tarea con antelación... Aun así sus padres habían decidido que no era momento de obsequiarle un carro, ese tipo de libertad tendría que esperar hasta conseguir un empleo. Entonces de las manos de sus padres recibiría las llaves, antes no.

El hospital general de México es enorme. Por decir lo menos, colindante con una de las colonias más peligrosas, el hospital tenía incluso un museo de patología, dentro había varias imágenes y partes del cuerpo reales, de enfermedades, todo para prevenir. Nara había ido una vez, pese a tener un estómago fuerte, prefirió ir de visita una única vez; tenía dentro cajeros también. Pero Nara no corría directo a urgencias porque quería hacer una segunda visita al hospital o porque quería sacar dinero justo de ese cajero.

Su padre estaba ahí, en urgencias. El olor inundó los poros de Nara, su madre y su hermana estaban sentadas en las típicas sillas incómodas de los hospitales, tenía un aspecto espantoso, estaba segura. Pero no le importaba.

-¿Dónde está papá?

*Ahora*

Paty había grabado a Rodrigo, no por hacerle la maldad, bailando con Nara. Seguramente su compañero de programa no había visto aún la hermosa sonrisa que lucía cada vez que una canción del gusto de ambos sonaba, no se habían besado de nuevo (Y Carlitos les había reprochado aquello varias veces) pero sentían que la noche era perfecta así, entre copas de vino y licores caros, en brazos de aquel magnate con el que empezaba a sentir esa conexión que creyó perdida para siempre.

Él estaba perfecto así, envolviendo a su bailarina, estando al pendiente de lo que deseaba tomar, de los chistes de su compadre Arturo y de las ocurrencias de Carlos, estaba perfecto así, mientras le acercaban su precioso mercedes negro, envueltos en la pista, riéndose en la mesa. Hubiera deseado guardar el tiempo ahí, pero si había algo que Rodrigo Herrera conocía bien... Era que, sin duda, el tiempo es lo que menos se tiene. Y que, el muy canijo, sólo daba oportunidad de guardar esos momentos en la mente, no más.

El muchachillo del ballet, entregó sus llaves y se despidieron de los invitados, conociendo a la familia Slim, había mucho baile por delante y su amigo Ayub se encargaría de ello sin duda.

Salieron los dos, el viento frío de la una y media de la mañana golpeó a ambos, Rodrigo le había puesto su saco encima antes de salir, Nara se derretía al verlo con su chaleco, con aquel flequillo rebelde y esa sonrisa que formaba cada vez que hacía un comentario ingenioso. La loción de Rodrigo estaba impregnada en su saco y la embriagaba más que todas esas copas de vino.

El motor del auto rugió y tal cual habían entrado, comenzaron a salir. Nara se había prohibido recordar cosas malas y por fin lo había logrado. Rodrigo se la pasaba preguntándole todo: si estaba cómoda, si quería más calefacción, si sus zapatos la habían cansado, estaba cuidándola. Realmente pensó por un momento que estaba hecha de cristal y que querían cuidarla de caer.

Latido | Rodrigo Herrera - Sharktank México |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora