Nara es una chica que llega a trabajar a Genomma Lab con la esperanza de comenzar a hacerse de un dinero personal y pagar algunas deudas que tiene con Hacienda, recién egresada de su carrera en Ingeniería, termina haciendo más bien labores de oficin...
Canción para su cap: Catch me if you can - Walking on cars. https://youtu.be/HcL6Ab-jtYU
Los días habían pasado, Nara estaba frustrada de los trabajos tan pequeños que recibía de parte del canoso, como ella le había apodado. Estaba muy cansada de las cosas tan básicas de oficina que había hecho incluso en su servicio, ya no quería eso, quería tener trabajo real. Rodrigo le hacía caso, pero no del todo. Le hacía caso en sus quejas sobre los trabajos tan sencillos pero había reglas en la competencia, o mejor dicho piezas por mover dentro de una empresa. Y ponerla aún con su buena estrella y el talento que presentaba en tan solo casi dos semanas de trabajar para él... No era lo más adecuado, por cuestiones obvias. Pero de cualquier modo, Rodrigo buscaba premiarle siempre con un bono, bonos que Maricela iba recibiendo, tenía ya en su bolsa 3 bonos: El primero por la máquina, el segundo por checar e identificar al menso 50 cajas defectuosas y el tercero lo gabó cuando corrigió todos esos cálculos de cargamentos defectuosos.
Quizá Javier había querido molestar a la chica, pero no lo había logrado y por el contrario, puso a la chica en la mira de todos los empleados. Cautivando además por la gracia y elegancia con la que acudía a su trabajo pese a su corta edad, tenía el conocimiento de la moda más exquisito y cautivador. La verdad era que su madre desde siempre le aconsejaba que usar y qué no combinar. Su madre le había enseñado desde pequeña sobre modales, sobre combinar colores, maquillaje y cómo usar joyería, su madre se veía a ella misma en el momento en que iba al trabajo sin sentido alguno del vestir, hasta que a todas las nuevas empleadas se les dio una clase de etiqueta básica. Un taller que su mamá había usado por el resto de su vida.
"Para ser, hay que parecer" Así es como se describe en México. ¿Eras médico? Tu deber es ir entonces a trabajar con tu bata color blanco, perfectamente planchada, si eras chef entonces tendrías que asistir a tu cocina con los zapatos limpios y el cabello perfectamente recogido. Ella era ingeniera, su bata de laboratorio de ingeniería siempre había sido la más limpia, sus lentes perfectamente limpios (aunque eso lo hacía por vanidad, unos lentes sucios impedían que distinguieran sus ojos) y había aprendido a ponerse el casco perfectamente cuando estaba en planta.
Pero en oficina, podía ser despampanante. Y lo era, pero el aire de que sabía lo que estaba haciendo, era la mejor parte. No era una cara bonita, sabía lo que debería hacer.
Ahora falta menos para aquella fiesta, ya era viernes. Una semana exacta y aún no tenía idea de cómo iría vestida. Sus opciones se resumían a dos vestidos concreto: Uno morado de Liz Minelli que había comprado hacía tiempo u otro vestido de Hugo Boss que en el momento le pareció excelente, ahora era una tontería. Era demasiado formal para una fiesta. Así que ahora no estaba segura.
Esa semana aparecieron puras margaritas en su escritorio. Pero el siguiente lunes apareció un tulipán rosado, se veía precioso. Antes de ponerse a trabajar, acunaba en largo florero color rosita y lo abrazaba a su pecho, olía la flor cuidando sus pétalos y Maricela se asomaba a ver las flores. Su comida tenía que esperar, Rodrigo había ido por ella a su oficina todos los días y luego, cuando era hora de la salida, sabía que Nara subía a charlar con él. Algunas veces Rodrigo había convencido a Nara de acompañarla hasta su casa, pero hubo otras en las que hablaban por 10 minutos y el magnate tenía que ir a otro lado.
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