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NIAM

¿Quién era ella?

¿A dónde se fue?

«Necesito observar sus ojos de nuevo y asegurarme de que eso que vi es real».

Me sudan las palmas y siento más impaciencia que nunca; no sé qué me pasa, me estoy comportando como si nunca hubiera visto a una chica bonita. «Sí, Niam, pero cómo pudiste notar, ella es alguien totalmente fuera de lo común» me arroja mi conciencia.

¡Es eso! ¡Ella no es común!

El partido de vóleibol está por terminar, los estudiantes comienzan a dispersarse, el entrenador está recogiendo los balones que están regados por el piso, Embry ya va por su quinto sándwich de atún y la amiga del pelirrojo aún no regresa.

¿En dónde se metió?

Llevo estudiando en este instituto desde el comienzo del año escolar, y no recuerdo haberla visto en ningún momento durante el primer semestre, de haberlo hecho recordaría a la perfección esa indiferente mirada. Porque si, mira a todo el mundo como si losrepeliera.

Además, su aspecto físico no me pasaría desapercibido ni en esta vida ni en otra.

Es completamente preciosa.

—¡Fin del juego, flacuchos sin reflejos! —exclama Banner y suelto un suspiro de alivio.

Mi equipo milagrosamente ganó, a pesar de que varias veces el balón se estrelló en la cara del pelirrojo y tuvimos que mandarlo a banca para evitar que le sacaran una muela o le pusieran un ojo morado.

—¡Vayan a cambiarse que apestan a monos! —Ordena el entrenador—. ¡Y por amor de Dios, Harts, deja de comer como cerdo!

Embry suelta una carcajada y levanta el sándwich en su dirección como si estuviera brindando con él.

—¡Aunque me obliguen a hacer dieta no voy a unirme al equipo, calvito! —le grita de regreso.

El entrenador pone cara de querer meterle la cabeza en el inodoro.

Mi amigo y yo nos dirigimos a los vestidores antes de que Banner nos arroje un balón en la frente o nos ahorque con la red de voleibol; nos apresuramos a cambiarnos de ropa para llegar a tiempo a las clases siguientes ya que el semestre pasado nuestro promedio decayó considerablemente por culpa de nuestra descarada impuntualidad.

Veo a mi amigo poniéndose el jean y caigo en cuenta de algo.

—¿Para qué te estás cambiando si tú te quedas aquí en el gimnasio? —le pregunto confundido.

—La clase empieza en unos minutos, y quiero reponerme del cansancio que Banner me causó con tanta corredera y jugadera con el jodido baloncito. ¿Su mal humor se deberá a su falta de cabello? Porque de ser así está siendo muy injusto al desquitar con nosotros la rabia que tiene por haberse quedado calvo.

Sacudo la cabeza y se me escapa una risa. «Si el Embry con hambre es insoportable, el Embry quejón es totalmente insufrible».

—Además, la gimnasia rítmica requiere energía, y voy a comer algo primero —se pone la mano en el estómago y hace una mueca dramática. «No sé cómo es que traga tanto y no engorda».

—¿No puedes mantener el pico cerrado por unas horas?

—No.

«No tiene remedio».

Terminamos de recoger nuestras cosas, me meto en la sudadera cuando el frío me eriza la piel y cubro mi cabeza con la capucha. Cuando vamos saliendo casi nos damos de bruces con el chico de cabello rojo. Su nombre es... ¿Elías? Soy pésimo recordando nombres, pero muy bueno con los rostros.

BICOLOR ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora