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KELA

—¿Lista? —me pregunta Niam cuando termina de pegar nuestro trabajo en la pared del salón.

Titubeo, mirando de reojo al grupo y luego el nombre del trabajo en la pizarra. Alina nos ayudó a hacer un cartel horizontal muy llamativo y bonito.

—No mucho, esto es... complicado —confieso—. ¿Y si digo algo mal? Nunca he hablado frente a todos ellos.

—Lo harás de maravilla, y si te equivocas no se acabará el mundo, es completamente normal y nadie va a matarte por eso.

—Ya, pero justamente hoy no creo que deba equivocarme, esto es importante, no es solo una tarea más para mí, lo sabes...

Me pone la mano en la mejilla, clavándome los ojos grises encima.

—Sé que no es una tarea más, para mi tampoco lo es. Es la primera vez que tantas personas verán mi trabajo, y eso me pone de lo nervios —quita un mechón de cabello de mi rostro—, pero no me voy a atormentar con eso. Lo haremos muy bien. Trabajamos demasiado en esto como para ponernos a pensar en lo que podría salir mal.

Medio le sonrío.

—Mejor pensar en lo que puede salir bien ¿no?

—Esa es mi chica.

Me da un beso en la frente al tiempo que la profesora Laila se pone de pie para presentarnos; los demás hacen silencio mirándola con atención y me termino ajustando la sudadera porque el clima no colabora y me está temblando el cuerpo del frío. Estoy tan nerviosa que me sudan las palmas, por ello las seco discretamente en la parte trasera de mi pantalón, preparándome mentalmente para tumbar el muro que tanto me costó levantar durante estos meses. Un muro que no permite que nadie vea lo que soy, un muro que por mucho tiempo me ha mantenido alejada del verdadero concepto de vivir. «Eso se acaba hoy».

—Mis chicos, como sabrán, nuestros compañeros estuvieron ocupados en asuntos personales, por ello no pudieron presentar con los demás hace unas semanas —explica Laila nuestra situación—. Sin embargo, ellos hicieron un excelente trabajo que quieren compartir con todos nosotros, por eso estamos acá, y estoy segura de que ustedes quieren saber de qué se trata, al igual que los invitados.

Ojea la puerta, arqueando las cejas ante el oro grupo de personas que se amontona allí porque ya no caben en el aula. No entiendo de dónde sale tanta gente, pero asumo que en parte es porque voy a hablar por primera vez en la historia delante de todos ellos y encima ya se corrió la noticia de que técnicamente volví de la muerte como Jon Snow. «Mis traumas, mis chistes».

—Así que sin más preámbulos —nos presenta, sonriéndonos—. Niam Wanner y Kela Class.

Es Niam quién da la introducción, dirigiéndose a todos, incluso los que miran por la ventana.

—Buenos días, es un honor para nosotros estar acá, y agradecemos el apoyo pese a las circunstancias. Este proyecto no es solo una actividad más para guardar después de presentarla, sino un mensaje que queremos transmitir. ¿No es el arte el medio de comunicación más puro de la historia? Por siglos ha sido la voz de los que no parecen tenerla, y hoy es la nuestra también.

Habla con tanta soltura que me hace sonreír.

—El arte tiene la capacidad de reflejar el alma del pintor, las ideas de un músico, los pensamientos del escritor o las sensaciones de un poeta, no importa qué tan complejo o qué confuso sea. Un artista encuentra consuelo y liberación en su arte —me mira, dedicándome una mirada de seguridad—. Y también logra comunicar su perspectiva sobre la vida y todo lo que nos rodea. Por muy diferente que ésta sea a las demás.

BICOLOR ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora