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KELA

Creo que nunca había comido tanto como hoy.

Con el hambre que tengo apenas he dejado que Niam pruebe la comida de la cesta que trajo, aunque él no parece muy perturbado por ello, de hecho, se ha dedicado a ofrecerme los postres y las rebanadas de pan con mermelada que se supone que son para él.

Y por supuesto que no me quejo ni un poquito.

—¿Quieres otro? —me ofrece un panecillo y asiento sin tragar la galleta que estoy masticando.

—Por favor. —consigo hablar entre dientes y él se ríe, plantándome un corto beso en los labios.

Los besos son otro lío.

Digamos que he sido yo la que... ejem... se ha lanzado a besarlo más veces de las que me gustaría admitir, él trata de ir con calma y a mi ritmo, eso me hace sentir bien. No me gusta que me presionen, sin embargo, con Niam no me siento presionada en lo absoluto.

Y en cuanto a lo que siento cuando estoy con él... prefiero no pensar en ello para no alarmarme. Solo sé que ya esto no es simple atracción, es más... siendo sincera, creo que desde que nos conocimos ha sido mucho más.

Pero ya dije que no le daré vueltas al asunto y lo cumpliré, porque de no hacerlo terminaré con la cabeza echa un lío.

—¿Entonces comenzaste a pintar por...? —lo invito a seguir, me estaba contando la historia de cómo comenzó a dibujar, y al fin he logrado callarme y dejar de interrumpirlo, no sé qué me pasa que de repente tengo ganas de hablar de todo.

Él sonríe con cierta timidez.

—Nunca se me han dado bien las palabras como ya pudiste notar, así que empecé a dibujar, y descubrí que la expresión de las emociones va más allá de la verbalización de pensamientos. Puedes dibujarlos, escribirlos, componer una melodía. La expresión de lo que somos no siempre tiene que ser hablada, a veces solo necesita ser... mostrada.

Me hace sonreír a mí.

—Eso ha sido muy poético, Niam, cuesta creer que eres malo con las palabras.

—Cuando estoy contigo todo es... diferente.

—¿En el buen sentido?

—Por supuesto —me da un beso en la sien, y sigo comiendo—. ¿Y tú qué me dices? ¿Cómo empezaste a escribir poemas?

Esa es sencilla.

—Es... más o menos similar a lo tuyo. No sabía lo difícil que era hablar de cómo me sentía hasta que tuve que exteriorizarlo y no supe hacerlo.

Le ofrezco un sorbo de jugo de piña que recibe gustoso.

—En el psiquiátrico presté atención un par de veces a la terapia, y solo porque la doctora era... —lo miro de reojo, relamo mis labios y decido obviar los detalles—, era diferente a todo lo que conocía.

» Ella me tenía paciencia, y hablaba como si realmente quisiera ayudar. Las enfermeras no, ellas parecían hartarse de mí con solo mirarme. En fin, a lo que voy es, que la psiquiatra me recomendó escribir cuando no pudiera hablar.

» Y así fue como terminé callando mis palabras y escribiendo mis pensamientos, no lo sé, es más... simple. Además, eso me ayudó por un tiempo. No supe lo mucho que me afectaba algo hasta que lo escribí y cada letra que leí me dolió, pero... después de escribirla ya no duele tanto ¿sabes?

Ahora él me sonríe a mí.

—Lo sé, Kela.

—Quizás te sirva de consuelo. —bromeo, él me limpia restos de comida de la comisura de la boca.

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