Capítulo 3

11.6K 568 692
                                    

ROCES Y BESOS FUGACES

GRACE

Creí que el amor no dolía.

Creí que iba a ser bonito, la típica historia de amor que te llena el corazón por completo y que te hace ver el mundo diferente.

Todo ese cuento es mentira.

El amor duele por dentro cual daga clavada en el pecho. El amor duele cuando la persona que quieres te utiliza cual marioneta. El amor duele cuando no es verdadero, cuando no es la persona con la que pasarás y crearás miles de recuerdos importantes. El amor duele cuando te entregas en cuerpo y alma y el otro solo deja migajas esparcidas.

Se suponía que querer me iba a salvar de la vida que llevo, pero al contrario, me hunde cada vez más. Se suponía que me iba a ayudar a superar cada problema y que la otra persona daría todo por mantener las riendas del amor que una vez juramos.

Me equivoqué.

Querer lastima cuando debería sanar y mata cuando debería dar vida a mi pobre y apagado corazón.

Marcus había sido el elegido para ello, pero ha arrasado con mi interior de la peor forma posible. Ha dejado escombros por doquier y no se ha tomado la molestia de recoger cada cosa y volver a dejarla en el sitio correspondiente. Se olvidó de que en la relación éramos dos, no solo uno.

Marcus arruinó mi vida más de lo que ya estaba y debía sonreír delante de todos para aparentar ser la pareja feliz de la que todos hablaban. Ver que eso le gustaba, hacía que en parte también me gustase a mí. Lo que menos quería era verle molesto.

Al terminar con él todo cambió.

Marcus era el típico chico popular del instituto. Todo lo que él hacía era bien visto por el resto de alumnos; lo que yo hacía era mal visto. Según Marcus la infiel fui yo, por eso las miradas por encima del hombro, como si no valiese nada.

Más tarde se encargó de desmentir el rumor que él mismo hizo correr.

A día de hoy no entienden cómo él pudo estar con alguien como yo.

A pesar de eso, sigo teniendo amigas en el instituto. Están las que realmente lo son y las que están por aparentar y querer ser algo que no son. Me dio igual, seguí con el mismo grupo, pero sobre todo con mi mejor amiga y con mi vecino. Ellos dos son los únicos que saben gran parte de mis secretos, pero no todos, porque algunos son privados y prefiero guardarlos.

Con todo eso me di cuenta de una cosa, a veces pocas personas son mejor que miles, porque ellos estarán para todo y los demás por puro interés.

—Estoy segura de que te atrae, ¿tú qué piensas? —Kate mira a mi vecino Tom de reojo.

—Que Grace no acepta que el chico con el que chocó le atrae más de lo que cree —Tom me mira y niego.

—Los dos sois unos pesados —les señalo y en pocos segundos llegamos a la entrada de mi casa—. Que no me atrae.

Ambos se ríen y me cruzo de brazos, esperando a que sus risas cesen. Los muy tontos creen algo que no es.

—¡Está bien! —Tom se limpia las pocas lágrimas que caen por sus mejillas—. Dime una mentira más, Grace.

—¡Qué no me atrae! —menos mal que no hay nadie con nosotros. Qué vergüenza—. No me atrae nadie, estoy bien sola. No necesito a nadie ahora mismo.

—Si mentirte te hace feliz, adelante —Kate pasa un brazo por mi cuello, apoyando su cabeza en mi hombro—. Al menos dinos el nombre —me pide.

Destinada A Olvidarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora