Capítulo 8

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Capítulo 8

Oliver Lewis

Estoy haciendo todo lo posible para no huir una vez más de la rubia a la que llamo princesa, porque sí, Grace me recuerda a una de ellas. Es delicada e increíblemente preciosa, pero valiente, suficiente y capaz de sacar una sonrisa a todos los que le rodean. Te envuelve en la dulzura que desprende y en la amabilidad con la que intenta tratar a todos.

Su mundo puede estar cayéndose en pedazos y aún así estará para los demás sin importarle tener todo el peso encima. Prefiere el bienestar del resto que el suyo propio.

Vaya, ¿a quién me recuerda?

Grace Lexington está formando parte de mí sin permiso. Ha tocado mi puerta y ha entrado sin necesidad de decir "Adelante, bienvenida a este caos". Tiene algo maravilloso que me cautiva día tras día y no sé si es consciente de ello, porque me he dedicado a apartarla.

Es un tira y afloja constante.

Nunca he pasado por esto ya que lo mío son rollos de una noche. Nada de volver a vernos, nada de acercamientos más que los suceden en la cama. Nada de picos espontáneos. Nada.

El amor me ha parecido una auténtica basura toda mi vida.

Te enamoras, le abres tu corazón a la persona que para ti es especial y le dejas hurgar en lo más hondo. Pero, ¿y luego? Luego te dejan vacíos, consumen todo de ti y te cuesta seguir. Le das el poder que evitamos a toda costa, pero así es el amor, confías en alguien plenamente sin saber la clase de persona que puede llegar a ser.

El amor confunde e impide ver la verdadera cara que se esconde detrás de palabras bonitas.

—¿Qué tienes, hijo? Te veo decaído —mis padres me miran atentamente y sacudo la cabeza—. ¿Tiene que ver sobre alguien que conocemos?

Ni siquiera presto atención, hago como que no me importa la conversación, pero necesito hablar con alguien que no sea Brielle y Lucas.

—Estoy bien, mamá. Supongo que será por los estudios.

—Nunca estás así por eso. Eres de los que no necesitan prestar mucha atención para aprobar. Así que no quieras engañarme diciendo que es por eso, porque Oliver, los tres sabemos que no es verdad.

Suspiro y apoyo la espalda en la pared de la cocina.

He venido a visitarlos y de paso pasar tiempo con ellos. Sé que son felices con que tenga mi propio piso y mi trabajo estable, pero les cuesta acostumbrarse a que ya no esté tanto por casa.

—¿Es por la chica con la que no dejas de verte? —pregunta mi padre y sonríe—. Te conocemos lo suficiente como para saber cuando se trata de una chica.

Me quedo callado y ellos siguen a lo suyo. Les miro atentamente y me fijo en lo contentos que están conmigo en casa. No dejan de hablar y sé que tienen curiosidad por saber qué es lo que me pasa pero, ¿realmente qué me pasa?

Fácil, quiero alejarla de mí, pero al mismo tiempo ansío que esté cerca. Estará confusa. Yo también lo estaría. Y lo estoy. Lamentablemente lo estoy.

Según Lucas soy un capullo que no sabe como acomodar los pensamientos para que dejen de joder todo. Según Brielle soy, palabras textuales, un estúpido cobarde que no es capaz de aceptar lo que mi corazón ya sabe. Ambos tienen razón, pero no les daré el placer de saber que sí soy capullo y un estúpido cobarde.

Destinada A Olvidarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora