GRACE
Las traiciones acaban con nosotros.
Cuando alguien toma nuestra confianza y la pisotea como si nunca hubiese tenido valor, agrieta nuestro corazón de forma cruel. Cada una de las traiciones es una grieta más que luego debemos encargarnos de sanar, solos o acompañados, porque vivir con ese dolor no es bueno.
Es ahí cuando dejamos de confiar.
Dejamos de creer en las promesas de las personas y en el supuesto amor que nos tienen. No tenemos a nadie, solamente nos tenemos a nosotros. ¿Quién se encarga de limpiar las lágrimas que cada noche derramamos? Nosotros mismos.
El no tener a alguien en quien confiar plenamente ocasiona que nos evadamos de la realidad en cuestión de segundos. Dejamos de escuchar lo que opinan y los consejos que nos brindan. No tener a alguien a quien contarle lo que llevamos clavado en el alma es completamente doloroso ya que todos merecemos desahogarnos, escuchar y ser escuchados.
—¿Cuándo volverás a confiar en mí? —sus palabras rondan mi cabeza, pero salen de inmediato.
—No puedo volver a confiar en alguien que me falló más de una vez —la voz me sale con más dureza de la que pretendía.
Y es que es cierto, no puedo volver a confiar en quien me hizo creer que me quería y en quien me engañó.
—Mis padres siguen pensando que salimos juntos—me informa
—Bien, entonces estás tardando en decirle que te dejé —espeto malhumorada por su confesión.
Las clases acabaron hace rato y Kate se tuvo que marchar antes por asuntos familiares. Como de costumbre, Marcus no deja de seguirme y se ofreció a llevarme a casa, pero lo impedí. O eso creí. Ha estado en silencio durante gran parte del trayecto, pero como era de esperar, no iba a estar callado para siempre.
—Finge que sigues conmigo, por favor.
—Marcus, estás loco.
Acelero el paso, pero su mano rodea mi muñeca y hace que me giré de golpe, chocando su pecho con el mío. Coloco mis manos en este y le aparto.
—Solo esta noche, finge esta noche en la fiesta.
—Dile esta noche a tu padre la clase de persona que eres. Que se entere de una vez como es la persona que vive bajo su techo —alzo la voz—. No puedes estar detrás de mí constantemente, Marcus. Me agotas. Intento hablarte bien, intento contener las ganas de gritarles a todos lo que me hiciste. Me cansa tener que escucharte o verte a mi lado. ¿No lo entiendes?
Lo bueno de esto es que no me ha pedido explicaciones de lo que pasó el otro día.
—Lo que tú digas. Nos veremos allí, ya que supongo no querrás venir conmigo.
—Chico listo —respondo junto a una falsa sonrisa antes de dar la vuelta y seguir mi camino.
—¿Con quién estuviste, Grace?
Ya tardaba.
No respondo y vuelvo a tenerle a mi lado.
—Olvídame.
—No puedo —ruedo los ojos.
—Estuve con mi novio, ¿contento? —enarco una ceja y vuelvo a tener su mano agarrando mi muñeca con un poco más de fuerza.
Dejo de caminar y espero a que hable.
—¿Cómo que tu novio? —me encojo de hombros—. Éramos felices, podemos serlo.
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Destinada A Olvidarte
Roman d'amourSe supone que no debo acércame. Se supone que debo alejarle. Se supone que no debe gustarme. Se supone que no debo gustarle, y, sin embargo, son tantas las suposiciones que, mi mente me advierte, mi cuerpo me traiciona y mi alma le suspira.