Capítulo 5. Parte 2

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Lose My Mind - Dean Lewis 

GRACE 

El trayecto hasta el piso de Oliver fue silencioso, ya que no me apetecía hablar dado que el mareo era cada vez mayor.

Tuve que abrir la ventanilla para que el viento tocase mi rostro y así no expulsar todo el alcohol y la poca comida que tenía en mi estómago. Oliver estuvo ayudándome en todo momento, preocupándose por mi estado.

¿Por qué tiene que ser tan bueno conmigo?

Cuando alguien quiere algo de mí, siempre está ahí; cuando lo consiguen se van y me dejan sola una vez más. Y es que doy más de lo que se merecen y recibo menos de lo que realmente merezco.

Valgo. Sé que tengo un valor único, pero gran parte de la gente que me rodea ha hecho que ese valor se vaya reduciendo a nada. Hay veces que nuestros pensamientos no son necesarios para que alguien más nos haga daño.

Nosotros podemos herirnos, pero cuando alguien más lo hace, ocasiona que nos pongamos a pensar en que hacemos mal. ¿Merecemos todo lo que nos sucede? No.

Nadie merece vivir en la oscuridad cuando hay una pequeña luz que nos demuestra que, a pesar de todo lo malo, siempre habrá algo bueno por lo que merecerá la pena luchar.

—Con cuidado —Oliver me guía hasta la puerta de entrada y me sostiene mientras saca las llaves y abre la puerta—. ¿Te encuentras mejor?

—Un poco —respondo apoyando mi cabeza en un costado de su brazo—. Quien diría que el próximo empresario importante de la ciudad estaría cuidando de una estudiante de instituto —sonríe y termina de abrir la puerta.

—Solo soy un triste universitario, Grace. Además, nunca te he visto borracha, es divertido.

—Más te vale no aprovecharte de mí —cierra la puerta con la punta del zapato y me guía hasta el salón.

—Tú también podrías aprovecharte de mí, no me quejaría —comenta en un tono más bajo de lo habitual y en mi cabeza suena super sexy.

Lo acepto. Oliver Lewis es guapo, sexy, encantador, maravilloso, un buen amigo y tal vez, solo tal vez...

Espera, espera. Para el carro un segundo. ¿Solo tal vez...?

Pienso cosas indebidas cuando estoy borracha, pido perdón.

—Sueltas muchas cosas, pero nunca pasas a la acción —su ceja se alza y rebobino para fijarme en lo que acabo de decir—. ¡Lo siento! —empiezo a reír—. Debes pensar que soy una loca borracha. A ver, borracha estoy, pero loca... también. ¡Soy una loca borracha!

—Si pasase a la acción por lo menos me gustaría que la chica lo recordara al día siguiente —susurra y mi piel se eriza con facilidad.

Su brazo sigue rodeando mi cintura y el mío la suya. Tengo sueño, bastante sueño, pero no quiero dormir. Quiero aprovechar todo el tiempo posible junto a él. Quiero recuperar todo el tiempo perdido debido a la distancia de estos últimos días.

—Lo recordaría —espero— o me esforzaría en recordar... ¿Tienes más alcohol? —cambio de tema radicalmente y me separo de él.

Me quito los tacones, tiro el bolso a un lado y, justo cuando estoy a punto de ir hasta la cocina, me detiene con un agarre en mi muñeca. En segundos, mis pies dejan de tocar el suelo y mi cuerpo acaba en su hombro, con mi mirada puesta en... Mierda.

—¡Oliver! ¡Suéltame!—golpeo su espalda e intento bajarme como puedo, pero no me deja—. ¡¿Adónde me estás llevando?! —grito cuando empieza a caminar hacia no sé donde. El mareo me confunde—. ¡El vestido! —tapo esa zona con mi mano para que no vea de más.

Destinada A Olvidarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora