Capítulo 16

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Hola! Hace tiempo que no publicaba nada, así que vengo con todo. 

Comenta "🔥" si estás lista. Eso sí, manos donde pueda verlas, cochinas. Espero que disfrutéis tanto como yo.

GRACE

La vida para mi dejó de ser igual en el momento en el que la mirada de mi padre cambió; dejó de verme como una niña, para verme como mujer y eso realmente me aterraba.

Nunca ha llegado a tocarme, pero sin duda alguna sus intenciones son claras. Por lo menos eso me ha dejado ver. No sé si se da cuenta de lo que hace, pero sus acciones no me gustan y mi madre no lo sabe. Quiero pensar que sospecha algo, pero está cegada.

La tranquilidad en mi casa es complicada, muy pocas veces solemos estar en paz. Cuando se van de viaje es lo mejor del mundo, o cuando me quedo con mi madre. La presencia de mi padre me altera y me alarma.

Salir con Tom y Kate me ayuda a calmar el estrés que me genera. Salir con Oliver me mantiene relajada constantemente. Lo que hacemos hace que me evada por completo de los problemas. Tocar el piano también me ayuda bastante a plasmar mi dolor en las canciones, y por último pero no menos importante, el cielo.

Admirar la luna y las estrellas sosiegan mi alma. Lo único que deseo es poder ser una de ellas: libre y con luz. La mía se apagó hace ya tiempo y solo una persona hace que titile hasta encenderse por completo. Lástima que al llegar a casa esta se apague de nuevo, volviendo a su estado original.

Apago la luz y me acuesto en la cama, tapándome y dando la espalda a la puerta cuando escucho un ruido proveniente de fuera. Maldigo internamente al recordar que no he puesto seguro a la puerta y esta no tarda en abrirse.

Mantengo los ojos cerrados y finjo dormir. El peso de un cuerpo hunde mi cama y trago duro al percibir el olor a alcohol.

—Ya no eres una niña... —arrastra las palabras y siento su mano en mi espalda.

Aguanto la respiración y contengo las lágrimas que ansían salir y deslizarse por mis mejillas. Necesito a mi madre. Necesito a alguien, una distracción que me ayude a tranquilizarme y no imaginar lo peor.

—No me quieres... Tú no me quieres... —susurra y su mano desciende hasta mi espalda baja. Las náuseas se presentan—. Todo lo que hago es por tu bien, hija. Nadie te merece. Eres demasiado valiosa para mí —trago saliva y siento que no puedo más.

Vuelve a quedarse en silencio. Los minutos pasan y las primeras lágrimas caen. El sollozo que insta en salir se atora en mi garganta jodiéndome más de lo que ya estoy. Abro los ojos y observo a través del espejo su reflejo.

Las escasas canas que tiene me da a entender lo rápido que pasa el tiempo. Ya no es aquella persona que no mostraba su maldad conmigo. Ahora ha complicado todo y ha dejado de ser una de mis referencias. He dejado de querer ser su prioridad.

No podemos ser la prioridad de alguien que no nos quiere del mismo modo.

Es mi padre, por desgracia. Y sí, le odio.

Lo hago por su trato, por como me mira y por cómo intenta alejar a las personas que llegan a mi vida. Lo hago porque un padre no es como él. La idea que tengo creada en mi cabeza es completamente distinta. Las películas me han enseñado que no todos son buenos. Él no lo es. Y lo único que quiere es verme caer.

Es como si ese fuese su objetivo en la vida.

—Algún día lo entenderás —murmura tan bajo que mi corazón se encoge. Solo quiero ser feliz—. Nadie te tocará, nadie lo hará. Solo yo.

Destinada A Olvidarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora