Capítulo 15

6.4K 317 182
                                    

Hoy tocan pañuelos (o no) todo depende de cuan sensible seáis. Lamento la tardanza, he empezado clases así que no tengo tanto tiempo como antes.

GRACE

Fueron tres días los que Oliver y yo estuvimos sin hablar, y ahora han pasado otros tres días más. No por su culpa, sino por la mía.

Estos últimos días las cosas no han ido del todo bien. Papá, como de costumbre, quiso tener una charla pacífica que acabó en reproches. Por otro lado, mi madre evitó a toda costa posicionarse en el bando de alguno de nosotros.

Entendí que prefería no tener discusiones con él y dejarlo pasar. Eso sí, la decepción me la llevé al ver que ni siquiera mi madre era capaz de darse cuenta de cómo era en realidad mi querido padre.

Tom vino a verme, ayer. Me trajo una pequeña cesta llena de diversos chocolates. Le agradecí el detalle y, como no pude quedarme callada, le pregunté sobre lo que pasó en la fiesta post repertorio. Se excusó echándole la culpa al alcohol. Su respuesta no me pareció mala, es normal comportarse diferente cuando bebemos.

De todo lo que me dijo, lo que más me gustó fue que aceptó que tenía ciertos sentimientos por Kate. Me ilusioné demasiado aún estando de bajón. Ambos hacen una pareja increíble. Tom es todo lo contrario a Kate.

Ella es más dulce, de vestir colores claros que contrastan con los oscuros que suele llevar siempre mi mejor amigo. Castaña y con ojos claros, a veces cambian cuando les da el sol. Él es el típico chico pelinegro con una moto que te lleva a todas partes si así lo deseas.

Ambos son ideales para el otro, pero él no se da cuenta...

Los escasos rayos de sol se cubren a causa de las nubes que se extienden por todo el cielo; grisáceo, con un aspecto pálido que entristece el día por completo. Respiro todo lo hondo que me es posible e intento tranquilizarme.

Mantengo agarrado el bolso y camino adentrándome al cementerio.

El lugar no me trae buenos recuerdos, al contrario, es donde peor lo pasé. La muerte de mis abuelos es algo que, a día de hoy, no supero. Es por eso que he estado distante con todo el mundo estos tres últimos días. Es por esto que he evitado a Oliver.

Cuando del aniversario de la muerte de mis abuelos se trata, me gusta pasar varios días sola, sin absolutamente nadie a mi alrededor. Ir a clases y volver. Quedarme en mi habitación, contemplar las estrellas a través de la ventana. Todo eso con tal de no salir.

—Señorita, ¿está bien? —escucho una voz lejana que pronto se vuelve nítida.

Dejo a un lado el ensimismamiento momentáneo y presto atención a la persona que se dirigía a mí. Mis labios se curvan dándole una sonrisa discreta.

—Sí, disculpe. ¿Han traído las flores que pedí?

—Sí, justamente venía por eso —bajo la vista a sus manos y me sonríe cuando extiende los dos ramos que quería—. Espero que sean justamente las que deseaba.

—Muchas gracias —le vuelvo a sonreír y se marcha cuando me las entrega.

Sostengo en ambas manos los ramos. Un ramo de flores blancas, las favoritas de mi abuela; unos lirios rojos para mi abuelo, el cual aún sin gustarle mucho las flores, aprendió a amarlas por mi abuela.

Camino apesadumbrada hasta la tumba de los dos, juntos, al lado del otro, como siempre ha sido. Tardo pocos minutos, pero parece el camino más largo que he tomado en mucho tiempo.

Una vez llego, me agacho delante de la zona arreglada que mandó a preparar mi madre en el funeral. Aguanto las lágrimas todo lo que puedo.

—Hola, abuelos —desvío la mirada para no romperme tan rápido—. Hace tiempo que no venía a veros y lo siento. Sabéis que sigo sin ser lo suficientemente fuerte como para venir todos los días porque no lo acepto. Juro que lo intento, pero no lo acepto. Y lo he intentado —susurro en un hilo de voz—. He intentado creer que estáis de viaje y que volveréis conmigo, pero eso no pasará.

Destinada A Olvidarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora