Merida vio a Hipo recoger sus cosas a toda prisa.
-¿A qué te refieres?
-Esunahistoriamuylarga.- respondió, cargando con una montura de cuero y metal.
-Pues resúmela.- le arrebató la montura.
Hipo pateó el suelo.
-¡No lo entiendes!- volvió a quitarle el objeto:- No podemos perder tiempo.
Montó en Chimuelo, quien hizo una pequeña mueca cuando Hipo le rozó el ala herida, pero logró elevarse varios metros en el aire.
-¡Espera, voy contigo!
-No puedes.- miró al chico con ojos llenos de ira y de incredulidad, ¡ella era la que lo protegía! ¡Ella era la que se arriesgaba!:- Lo siento, perdóname.
Y entre un parpadeo y otro, en su lugar solo quedaba una tenue estela de color. Merida sintió cómo su pecho se llenaba de ira por momentos.
-¡¡¡AAAAAAH, ESTÚPIDO VIKINGO!!!- chillaba lanzando cosas por los aires, aunque sabía que no podrían alcanzarlos:- ¡¡¡OJALÁ NO ME HUBIESE TOPADO NUNCA CONTIGO!!!
Cuando se tranquilizó un poco y pudo pensar con claridad, corrió en dirección al castillo. Maldita sea, necesitaba a Angus.Llegó (asombrosamente) minutos después. Con piernas de gelatina, saltó a lomos del caballo e hincó sus talones en los flancos con más fuerza de lo que solía hacer. Angus relinchó, molesto, antes de salir cortando el aire.
Cabalgó, cabalgó y cabalgó durante tanto tiempo... Cayó la noche, continuaban serpenteando por el bosque en la dirección en la que creía haber escuchado los rugidos. Llegados a un punto, Merida ordenó a Angus detenerse y escuchó con más atención: nada. Aquel silencio no era bueno en ningún bosque.
Bajó del animal, que miraba inquieto la oscuridad. Merida frunció el ceño mientras inspeccionaba la maleza, y de pronto sus ojos se centraron en un punto brillante.
Oyó como de muy lejos que alguien gritaba su nombre a sus espaldas. Supo quién era, pero no se giró, porque no podía, porque aquel brillo la había capturado. Aún así, hizo un intento...
-Hipo...- murmuró sin ser plenamente consciente.
-Meridavetedeaquí.- tomó su mano y jaló hacia detrás, pero ella la liberó en un solo movimiento:- Meridaestonoesunjuego.
-¡Chist!- lo atajó Merida, molesta.
Ahora eran dos puntos brillantes, y la miraban, como dos enormes lunas verdes. Dio un paso. Seguido de otro. Extendió la mano... Estaban tan cerca...
Y un golpe en su costado la derribó, Merida e Hipo caían rodando pendiente abajo.
-¡Auch! ¡¿Pero QUÉ haces?!- chilló en la oreja de Hipo. Ambos no dejaban de caer, formando una especie de bola humana.
-¡¿No te podías quedar, AY, quieta en el claro?! ¡¡¡CUIDADO!!!
***
-¡Puef clafo que no!- rezongó Merida tiempo después, resignada, mientras se dejaba hacer en el brazo. Habían ido a parar en medio de unas gigantescas ortigas. ¡Yupi! Sentía la lengua tan hinchada que a penas podía hablar:- Te fuifte fin defifme nada.
-No pofíamos pefdef el fiempo.- respondió Hipo, que también había chupado ortigas.
Le untó un mejunje raro hecho por él mismo que al principió le escoció, aunque después alivió el picor. Iba a aplicárselo en la cara, pero Merida lo sujetó por la muñeca, inmovilizándolo.
-Yo.
-Muy fien...
Mientras se curaba las heriditas, miraba a Hipo con enfado. Chimuelo se acercó a su dueño con timidez, como si percibiera que ambos chicos estaban de un humor demasiado explosivo.
-¿Grrr?- ronroneó cuidadoso.
-No fue culpa tuya, amigo- dijo Hipo, ya sin efes, con tono un poco áspero. A Merida le pareció que la miraba de reojo.
-¡¿Qué estás insinuando?!- le gritó.
-¡Que si te hubieras quedado quieta, ese Furia seguiría aquí! ¡Lo espantaste!- le respondió también a voz en grito.
-¡Yo no he espantado a nadie! ¡Estábamos muy bien!
-¡Te hubiera devorado!- Hipo le dedicó un gesto despectivo con el brazo a la vez que centraba su atención en las aguas del río.
-¡Hipo, dejemos una cosa clara, por mucho que creas que sabes qué es y qué no es lo mejor para mí, NO-LO-SABES!
-¡Oh, no me agradezcas el haberte salvado la vida!
-¡¡¡Pues muy bien!!!
-¡¡¡Pues muy bien!!!
Hipo corrió con Chimuelo y alzaron el vuelo en menos de un segundo entero. Merida miró a Angus con un extraño brillo en sus ojos.
-Ah, pero no te preocupes, amigo- le dijo:- Vamos a demostrarle a Hipo de lo que somos capaces aquí en DunBroch. Voy a domar ese dragón, Angus- le aseguró, saltando a su lomo:- Ya lo creo que sí.
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Brave Dragons
FanficLa princesa Valiente y el chico Dragón, una historia de amor, y más...