Capítulo Dieciocho- Hipo

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Llegaron al castillo con Chimuelo a sus espaldas.
Por suerte, había aterrizado no demasiado lejos de ellos, y su ala herida tampoco había sufrido demasiado. De igual forma Hipo insistió y convenció a Merida para que algunos de los sirvientes más expertos en medicina le pusieran algún ungüento.
Mas, al entrar en el patio del castillo, poco faltó para que sus mandíbulas rozaran el suelo.
Todo estaba impecablemente decorado, farolillos, flores, adornos de osos (¿...Por qué?), mesas con varias cosas para degustar e incluso música de fondo.
-No me dijiste que hoy se celebrara algo.- comentó Hipo a la vez que seguía a Merida, quien caminaba con un poco de lentitud hacia el interior.
-A mí también se me pasó...- la oyó murmurar.
Hipo dejó a Chimuelo oculto en la oscuridad que las antorchas no lograban disipar, y alcanzó a Merida por entre las personas que se encontraban reunidas charlando y bebiendo en copas de oro y plata.
Todos ellos vestían de forma diferente a la de los vikingos y los celtas, además de que sus rasgos en sí también tenían claras distinciones.
Por ejemplo, Hipo no pudo evitar seguir con la mirada a una encantadora niña de más o menos su edad que pasó a su lado. Llevaba el cabello fino y ligero peinado en suaves bucles de color miel, los ojos color agua marina y la tez tan delicada que parecía no haberse esforzado en nada en toda su vida.
Hipo silvó.
Así eran todos los invitados, más o menos los mismos rasgos. Pero a Hipo había otra cosa que le llamaba la atención...
"Parecen tan... fríos. Como si no sintieran nada. Como marionetas".
Exactamente, era como si cada cual interpretara a la perfección un papel, no siendo ellos mismos. A pesar de haber tanta comida, y de que muchos la tenían servida, nadie tocaba nada. 
-¿Qué está pasando?- preguntó Merida a una joven que llevaba una fuente de carne. Hipo casi le dijo que no se molestara, nadie iba a hacerle honores a la comida.
-Buenas noches, princesa- dijo la muchacha:- Sinceramente, nadie está muy seguro, esta tarde aparecieron decenas de barcos en el puerto y los reyes nos dieron órdenes de hacer sentir bienvenidos a todos los de a bordo.
-Está bien, gracias...- Merida giró el rostro hacia Hipo para indicarle con la cabeza que se dieran prisa.
Subieron las escaleras directos a la habitación real.
-¿Mamá?- Merida empujó la puerta con su habitual mala costumbre de no preguntar.
Hipo quedó algo apartado, pues no quería estorbar, pero aún así escuchó parte de la conversación.

Merida.
Al entrar a la alcoba, lo primero que vio Merida fue a su madre de espaldas, con su habitual postura erguida y elegante, mirando por la ventana.
-¿Mamá?- preguntó con un hilito de voz.
Elinor se giró, algo rígida. Le dedicó una sonrisa.
-Hija. Me alegro de que hayas llegado.
Merida no entendía qué pasaba, ¿y ese distanciamiento?
-Hummm, si, ya...
-¿Fuiste educada con los invitados?
-Sí, de lo más educada - frunció el ceño.
-Bien. Merida, tengo una noticia que darte, y por favor, dile a Hipo que pase.
Con la espalda tensa, Merida hizo lo que su madre le había ordenado. Hipo y ella se miraron, ambos estaban algo temerosos.
-Eeh, ¿hice algo malo, ahora?
-No, cariño- dijo la reina, con la mirada fría y la voz regular, sin emoción, sin... vida:- Pero el joven Haddock, me temo que sí.
-¡¿Qué?!- exclamaron los dos al unísono.
-Ese dragón es un peligro para nuestro pueblo- continuó Elinor mirando un punto fijo sobre las cabezas de los chicos:- Debe ser sacrificado inmediatamente, junto con su dueño.
El corazón de Merida dejó de latir. A penas escuchaba los gritos y las quejas que salían de su propia boca, e Hipo sólo se quedó quieto en el sitio intentando asimilarlo todo.
En una de esas, la chica dio un paso adelante para tocar el brazo de su madre y, solo con haberla rozado, sintió algo de dolor en las puntas de los dedos y la definitiva falta de calor de la piel de la reina. Ésta por su parte retrocedió sin mostrar la más mínima expresión en su rostro.
Algo pasaba.
Algo peligroso.

***
Perdón por no subir desde hace tanto, justo estoy en el tramo final de curso y eso siempre agrega presión. ¡Lo siento!
Y lo siento también por un capítulo tan cortito, de verdad, pero me encuentro algo bloqueada.
¡¿Qué le pasa a Elinor?!

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