Hipo se despertó babeando sobre el ala de Chimuelo, quien lo miraba malhumorado.
-Grrrr.- le bufó con los ojos entrecerrados, logrando que los mechones de su dueño se le despegaran de la frente.
-Lo siento, campeón- se incorporó y estiró: -Vaya, tendremos que acostumbrarnos a este clima, ¿no?
Le parecía muy agradable, hacía suficiente fresquito como para su chaqueta de piel, pero no tanto como para que se te congelen las pestañas, más habitual en una isla como Berk.
-No necesariamente. - lo sobresaltó una voz a sus espaldas, Astrid.
Llevaba consigo una cesta de pastelillos y lo miraba desde la entrada del establo a contraluz, con el peso del cuerpo apoyado en su mayoría en una pierna. Sonreía.
-¡Wow! ¿Eso es de guayaba?
-Sí- ahora ya no sonreía.
-Eeeem... ¡Como te he echado de menos! - le dio un abrazo.
-Y yo a ti- le plantó un beso en la mejilla: -Dime, ¿pensabas quedarte aquí mucho tiempo?
-En realidad...- ¿Se lo digo? ¿Se lo digo? Se lo digo:- No. Para nada. Pfff, ¿por qué iba a quedarme...?
-Hipo- y allí estaba ese tonito amenazante.
-¡Mira su ala, no puedo hacerlo volar así hasta Berk!
-Tormenta es fuerte, ahora mismo estará por ahí en el bosque. Si quieres podríamos fabricar una camilla para que...
-¡¿Tormenta anda suelta en el bosque?!- Hipo se agarró el cabello. Ay, no, si algo tenía seguro era que los Furia Nocturna eran bastante territoriales en estado salvaje. Si Tormenta se cruzaba en su camino y se empezaba una pelea... O, visto desde otro punto, a lo mejor el Furia se quedaba en su escondite a esperar que se fuera. Lo que para él era casi igual de malo.
-Sí, ¿pasa algo?
-¡Sí pasa! ¡Tienes que llamarla ahora mismo!
-¡Hipo, no me gusta que me des órdenes!
-¡Por favor, por favor limítate a hacerlo!
Dicho esto, ensilló a Hewie (le había tomado cariño al muy pesado) y levantó a Astrid por el brazo. Por suerte, ella estaba demasiado impresionada como para pegarle... todavía. Tragó saliva.***
Le daba miedo mirar hacia atrás y le parecía una acción del todo innecesaria, pues sabía lo que iba a encontrar: una chica muy enfadada. Aún así, no podía ignorarla por mucho más tiempo, de modo que -con más habilidad de lo que pensó- se dio la vuelta sobre la montura y le sonrió a modo de disculpa.
Y aquí llega el puñetazo que esperaba. Auch.
-Perdona- se masajeó el hombro: -Pero es importante, de verdad, lo prometo. Te compensaré, ¿vale?
-Dudo que sepas cómo compensar a una chica, Hipo.- Astrid le dirigió una mirada de basilisco con el ojo azul penetrante que no cubría el flequillo. Estaba cruzada de brazos con un mohin en la cara, bastante más enfadada de lo que Hipo había creído. El vikingo sintió cómo el calor inundaba sus mejillas.
-¿Quieres decir que no soy un buen novio?
-¡¡¡EXACTAMENTE!!!- exclamó Astrid, lo que hizo pensar al chico que hacía mucho tiempo que esperaba esta pregunta: -Hipo, yo lo intento, intento proponerte cosas románticas y divertidas y que disfrutemos juntos, ¡pero tú pasas de todo!
Hipo boqueó como un pez sin saber qué decir.
-¡Y lo peor...- continuó despotricando la rubia: -... es que vengo aquí en tu busca toda preocupada, volando día y noche, para encontrarte con esa pelirroja inútil! ¿Qué, os habéis hecho amiguitos?
-Espera, ¡¿qué?!- ya veía hacia dónde iba la conversación: - Entre Merida y yo no hay NADA, ¿entiendes?
-Ya- Astrid puso una cara burlona: - Y yo nací ayer.
Se puso tan furioso que detuvo a Hewie de golpe. Como no se lo esperaba, Astrid se tambaleó hasta caer. Lo miró desde el suelo e Hipo escuchó un sonido escalofriante formarse desde el fondo de su garganta.
-Puedes volver al castillo.- Hipo le dirigió una mirada gélida: -Puedes volver a Berk.
Astrid pegó un chillido y pateó una piedra. Al terminar la rabieta, se colocó dos dedos en sus labios y silbó con fuerza. En seguida Tormenta aterrizó; Astrid subió a su montura.
-Si ves a mi padre, dile... Dile que volveré y que no se preocupe.
Tormenta alzó el vuelo. Hipo vio a su novia, o lo que sea que fueran en aquel momento, desaparecer entre las nubes anaranjadas por el sol. Dejó escapar un suspiro y se restregó los ojos con una mano.
-Solo me quedáis Chimuelo y tú- susurró a Hewie, que chocó su cabeza con su rodilla en busca de cariño:- Vámonos de vuelta.
Para ahorrar camino, decidieron ir por una parte del bosque por la que no habían pasado nunca antes. En un momento determinado algo que pisó el caballo crujió feo.
-¿Hewie...? - comenzó Hipo, pero no pudo terminar.
De pronto caían hacia una oscuridad penetrante e infinita.
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Brave Dragons
FanficLa princesa Valiente y el chico Dragón, una historia de amor, y más...