En el que Hipo conoce a Hewie, al dragón y al lado más competitivo de su anfitriona.
Hipo observó con el ceño fruncido cómo Merida desaparecía por el pasillo. Hizo ademán de ir tras ella, pero Astrid lo tenía agarrado por las muñecas:
-¡¿Cómo se te ocurre dejarnos así?! Estábamos tan preocupados...
-No estaba en mis planes, la verdad- tiró de sus brazos para liberarse, pero solo logró que Astrid lo apretara más.
-Hipo. Hipo, mirame, ¿pasa algo?
-No, no... Sí. Te-tengo que irme, ¿si?- lo dejó ir por fin y él corría ya en dirección a los establos: -¡Te quiero, no me mates!
Aún así mientras cogía el primer caballo que vio, escuchó a su novia:
-¡¡¡HIPOOO!!! ¡¡¡VUELVE AQUÍ AHORA MISMO!!!
Lo que solo sirvió para que azuzara al caballo con más fuerza.***
Hipo comenzó a ver los problemas del caballo cuando se puso verde después de unos tres minutos. No tenía ni idea de cómo manejarlo, hacía a penas dos días que sabía que existían. Y definitivamente prefería el vuelo firme y seguro de su querido Chimuelo, en vez de los resbalones del joven caballo color canela que había elegido, aunque era muy rápido.
Salvaron un canto rodado con un salto que le hizo contener la respiración, y al aterrizar rebotó en la montura con fuerza:
-AY... Maldita sea...- logró musitar casi sin aliento.
El caballo (que en la montura tenía bordado el nombre de Hewie) relinchó contento de correr a toda velocidad otra vez. ¿Por qué sería que nadie lo sacaba?
Continuó lamentándose y temiendo por su vida durante media hora más, calculó, hasta que se dio cuenta de que Helwie se había detenido tan tranquilo a pastar un poco.
Jadeando se deslizó por su lomo hasta el suelo y gateó hasta el tronco de un árbol para vomitar.
-Enhorabuena- le dijo al caballo: -No conozco muchos animales que puedan correr tan rápido como vuela un dragon.
Hewie meneó su crin azabache orgulloso y se puso a trotar en círculos.
-Bueno, concentrémonos. Hummm.
Miró donde había terminado intentando ver si le sonaba el haber pasado por allí con Merida antes. Como no era así, decidió buscar evidencias de que algún Furia estuviese por los alrededores, después de todo, la princesa no tenía ni idea de dragones. Se palpó sonriendo el bolsillo donde tenía sus apuntes, pero... ¡¿QUEEEE?! ¡La libretita no estaba! Y seguro que la había cogido antes de bajar a dormir con Chimuelo. Ella... ¡Merida se la había robado! Allí podría leerlo todo.
-Pelirroja tramposa...- dijo frustrado.
De igual manera se adentró en el bosque en busca de pisadas. Tras unos largos minutos sin descubrir nada, dio un salto al ver una cosa negra y fina enganchada a una rama.
-Esto es...- la cogió con cuidado: -¡Piel!
O escamas, mejor dicho. Comenzó a seguir la dirección de otras pequeñas redondeces oscuras brillantes a la luz de la luna que ya se ocultaba.
Finalmente llegó a un claro donde había un lago. No vio nada y ya se iba dando la vuelta pensando que había seguido una pista falsa, cuando se topó con dos ojazos verde azulado que lo miraban entre unos arbustos.
Solo podía ver esos ojos. Nada más existía. Ni la noche fresca, ni la hojarasca que pisaba, ni siquiera los bufidos nerviosos de Hewie (quien milagrosamente lo siguió a través del bosque). Sonreía como un niño ante una chucheria.
-Hey- comenzó, pero cuando intentó acercarse el dragón rugió y retrocedió: -¡No, espera!
Corrió como pudo siguiéndole hasta el claro del lago, donde distinguió su figura alzando el vuelo.
-¡...!- escuchó una exclamación ahogada y se giró, para descubrir a Merida, que estaba oculta con su capa y acababa de salir en pos del dragón también.
-No tienes desperdicio- le dijo enfadada:-¿Por qué siempre que estoy a punto de hacerme su amiga apareces tú y lo arruinas todo?
-¡Lo mismo digo! Ah, y gracias por atacar a mi novia y por robarme mi libreta de apuntes.
-¿Atacar a tu novia? - se burló con énfasis en la última palabra: -¿Lo dices en serio? Fue ella quien saltó por mi ventana y casi me rebana, ¿sabes? ¡Y yo no tengo tu dichosa libreta!
-¡Claro que la tienes! Si no, ¿quién podría estar interesado en llevársela?
-Mirame- Merida se quitó la capa y la dejó en el suelo, dejando a la vista un vestido totalmente liso de color ciruela, se dio la vuelta con los hombros encogidos :-¿Dónde voy a esconder una libreta aquí?
-P-pues n-no lo sé. Pero entonces... ¿todo esto quiere decir que de forma oficial estamos en una especie de... competencia?
Merida asintió con la cabeza y (de forma muy semejante a la de Elinor) alzó la barbilla.
-De acuerdo.
Hipo se dio la vuelta para volver con Hewie mientras Merida hacía lo propio con Angus. Ya el caballo no le daba tanto miedo, solo quería regresar al castillo. Adiós, Merida, adiós. Adiós a lo que podría haber sido una bonita amistad. O, incluso, quizás algo más... Adiós, porque en esos momentos solo importaba la idea de encontrar a otros Furia Nocturna. Adiós, para toda la vida, sabiendo que en toda la vida no dejaría de arrepentirse de aquella decisión.
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Brave Dragons
Fiksi PenggemarLa princesa Valiente y el chico Dragón, una historia de amor, y más...