Capítulo Dieciséis-Jack

1.1K 92 6
                                    

La historia continuó, y continuó, y continuó...
El extranjero, llamado Hiccup, había llegado al reino en su "criatura oscura" o más conocido como dragón común de toda la vida. El rey enseguida quiso ejecutarlo, pero la tal Meckenzie se negó en rotundo, y consiguió que su madre la apoyara. Bla, bla, bla.
Jack se hubiera dormido de no ser por dos cuestiones, una: no podía despegar los ojos de la fierecilla pelirroja, y dos: los tres presentes en aquella torre le ponían los pelos demasiado de punta.
Quizá lo mismo sucedía con Hipo, el chico de su lado, que prestaba atención a la historia con expresión tensa, y con la fierecilla, cuya voz se atragantaba leyendo de vez en cuando. Por otro lado, Rapunzel seguía sonriente y meciendo sus pies en el aire sin ningún tipo de señal que indicara que también notase ése "algo".
Y es que cuando Jack se cruzó con los dos chicos en pleno vuelo sintió tal ramalazo, que no pudo evitar acercarse a ellos. Claro que las prisas mas los nervios lo traicionaron, logrando que congelara sin querer el ala del bicharraco aquel.
El vikingo y la pelirroja... había soñado con ellos. Ahora que los miraba detenidamente no cabía duda. Tenía que hablar con ellos a solas.
-Hummm, ¿ey?- interrumpió el relato; Hipo y Merida lo miraron con ojos agradecidos:- No sé las damas, pero yo tengo un hambre...
-Voy a por más galletas- saltó Rapunzel, y en un segundo había salido corriendo a otra habitación.
Merida e Hipo pegaron las cabezas, cuchicheando. Tenía que hablar con seriedad con aquel muchacho flacucho o jamás tendría ninguna oportunidad con la fierecilla.
Dio un corto vuelo y metió la cabeza entre ellos.
-¿De qué habláis?- susurró.
-¡No es asunto tuyo!
-Qué malas maneras, jovencita.
Merida torció el gesto y a Jack se le escapó la risa. A continuación se sentó nuevamente, era hora de ponerse serios.
-¿Vais a decirme quiénes sois de verdad?-paseó su mirada entre los dos.
-¿A los que casi matas haciéndolos caer?
-Tío- dijo Jack a Hipo:- Sin sarcasmos.
Merida respiró hondo.
-Tú también lo sientes- en el rostro de Jack se formó una sonrisa suspicaz.
-Si te refieres a mariposas, sin comentarios. Si lo que quieres decir es... eso... Como si...
-Yo también lo siento- intervino Hipo, paseando molesto la mirada de Merida a Jack.
-He soñado con vosotros- Jack puso una mano en la muñeca de cada uno de los chicos, sujetándolas con fuerza, y cerró los ojos.
Inmediatamente, como en su sueño, aparecieron las imágenes:
Fuego, rocas, lava, ruido de metales entrechocados, la imagen estaba en movimiento, así que poco más se podía distinguir.
Cuando soltó sus brazos, respiraba agotado. Merida e Hipo lo miraron confundidos como si acabaran de despertar de un trance.
-¡¿Qué diablos fue eso?!- exclamó Merida en un susurro, retrocediendo un paso.
Jack mostró un sutil dibujo en su muñeca: al despertar de su sueño, lo que recordaba con más claridad era él mismo dibujando esas líneas simples. Así que antes de que se difuminaran sus recuerdos, tomó un lapiz y calcó el dibujo en lo primero que encontró: su brazo. Lo más raro de todo era que sabía exactamente qué significaba: mostrar.
Merida e Hipo lo miraban ahora con los ojos muy redondos y las bocas entreabiertas. El chico tenía una ligera separación, la fierecilla poseía una dentadura blanca y perfecta.
-N-no entiendo...- empezó la fierecilla, pero justo en ese momento Rapunzel regresó con tres bandejas repletas de galletas recién horneadas.
-Tenemos que hablar, después.- susurró Hipo, antes de que los tres se separaran.
Después de un rato de platicar sobre sus diferentes historias, Rapunzel convenció a Hipo para que la acompañara en busca de un libro de dragones.
-Quiero que me digas en qué se diferencia de la realidad- comentaba animadamente.
Cuando desaparecieron, Merida, que estaba sentada en el suelo, frunció un poco el ceño.
-Sé lo que te preguntas- le dijo Jack:- ¿Cómo puede aparecer en nuestras pesadillas, y no dar señas de... nada?
-Quizá aún no lo ha soñado.
-O quizá beba una tila muy fuerte antes de dormir.
La fierecilla le dirigió una mirada divertida.
-Creo que va a ser eso.- arrancó a Jack una carcajada socarrona.
-Y dime... En tus sueños, ¿qué ocurre?- le preguntó, acomodándose, con la barbilla apoyada en las rodillas.
La fierecilla se puso nerviosa.
-No mucho- tartamudeó:- Solo hay... una voz.
-¿Eso es todo?
Se sostuvieron la mirada. Zafiro y Turquesa. El mismo carácter, el mismo genio. Iba a ser difícil sacarle algo.
-Sí.
-¿Merida?- Hipo entró a paso ligero en la habitación, seguido de una Rapunzel un tanto preocupada:- ¿Por qué no vamos a buscar ya a Chimuelo? Estoy preocupado. Rapunzel me ha dejado el libro- alzó un enorme volumen de cuero marrón.
-Vámonos- Merida se incorporó:- Ha sido un verdadero placer conoceros. Deberíamos vernos otra vez, algún día.
-Oh, sí, ¿qué tal mañana al mediodía?- propuso Jack. Recibió una descarga eléctrica por parte de la mirada de la pelirroja.
-¡Estupendo!- Rapunzel se puso de puntillas:- Venid aquí a ésta misma torre, de seguro Eugene ya habrá ordenado todos los muebles.
-Bien, entonces- le sonrió Hipo, para después mirar a Jack. Éste asintió, comprendiendo a la perfección. "Por los dioses, cuando me quede a solas con ella va a ser insoportable". Así que Jack le envió otra mirada de consideración. Después de todo, la fierecilla parecía a punto de entrar en erupción como un volcán, si no salía de allí.
Agarró a Merida por la cintura, aprovechando que se sorprendió demasiado como para revolverse, y a Hipo por el cuello de la camisa. Descendió la torre ayudado por Viento, pensando que, si aquel era su destino profetizado por las Druidas, podrían haberse inventado algo más claro.

Brave DragonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora