La historia continuó, y continuó, y continuó...
El extranjero, llamado Hiccup, había llegado al reino en su "criatura oscura" o más conocido como dragón común de toda la vida. El rey enseguida quiso ejecutarlo, pero la tal Meckenzie se negó en rotundo, y consiguió que su madre la apoyara. Bla, bla, bla.
Jack se hubiera dormido de no ser por dos cuestiones, una: no podía despegar los ojos de la fierecilla pelirroja, y dos: los tres presentes en aquella torre le ponían los pelos demasiado de punta.
Quizá lo mismo sucedía con Hipo, el chico de su lado, que prestaba atención a la historia con expresión tensa, y con la fierecilla, cuya voz se atragantaba leyendo de vez en cuando. Por otro lado, Rapunzel seguía sonriente y meciendo sus pies en el aire sin ningún tipo de señal que indicara que también notase ése "algo".
Y es que cuando Jack se cruzó con los dos chicos en pleno vuelo sintió tal ramalazo, que no pudo evitar acercarse a ellos. Claro que las prisas mas los nervios lo traicionaron, logrando que congelara sin querer el ala del bicharraco aquel.
El vikingo y la pelirroja... había soñado con ellos. Ahora que los miraba detenidamente no cabía duda. Tenía que hablar con ellos a solas.
-Hummm, ¿ey?- interrumpió el relato; Hipo y Merida lo miraron con ojos agradecidos:- No sé las damas, pero yo tengo un hambre...
-Voy a por más galletas- saltó Rapunzel, y en un segundo había salido corriendo a otra habitación.
Merida e Hipo pegaron las cabezas, cuchicheando. Tenía que hablar con seriedad con aquel muchacho flacucho o jamás tendría ninguna oportunidad con la fierecilla.
Dio un corto vuelo y metió la cabeza entre ellos.
-¿De qué habláis?- susurró.
-¡No es asunto tuyo!
-Qué malas maneras, jovencita.
Merida torció el gesto y a Jack se le escapó la risa. A continuación se sentó nuevamente, era hora de ponerse serios.
-¿Vais a decirme quiénes sois de verdad?-paseó su mirada entre los dos.
-¿A los que casi matas haciéndolos caer?
-Tío- dijo Jack a Hipo:- Sin sarcasmos.
Merida respiró hondo.
-Tú también lo sientes- en el rostro de Jack se formó una sonrisa suspicaz.
-Si te refieres a mariposas, sin comentarios. Si lo que quieres decir es... eso... Como si...
-Yo también lo siento- intervino Hipo, paseando molesto la mirada de Merida a Jack.
-He soñado con vosotros- Jack puso una mano en la muñeca de cada uno de los chicos, sujetándolas con fuerza, y cerró los ojos.
Inmediatamente, como en su sueño, aparecieron las imágenes:
Fuego, rocas, lava, ruido de metales entrechocados, la imagen estaba en movimiento, así que poco más se podía distinguir.
Cuando soltó sus brazos, respiraba agotado. Merida e Hipo lo miraron confundidos como si acabaran de despertar de un trance.
-¡¿Qué diablos fue eso?!- exclamó Merida en un susurro, retrocediendo un paso.
Jack mostró un sutil dibujo en su muñeca: al despertar de su sueño, lo que recordaba con más claridad era él mismo dibujando esas líneas simples. Así que antes de que se difuminaran sus recuerdos, tomó un lapiz y calcó el dibujo en lo primero que encontró: su brazo. Lo más raro de todo era que sabía exactamente qué significaba: mostrar.
Merida e Hipo lo miraban ahora con los ojos muy redondos y las bocas entreabiertas. El chico tenía una ligera separación, la fierecilla poseía una dentadura blanca y perfecta.
-N-no entiendo...- empezó la fierecilla, pero justo en ese momento Rapunzel regresó con tres bandejas repletas de galletas recién horneadas.
-Tenemos que hablar, después.- susurró Hipo, antes de que los tres se separaran.
Después de un rato de platicar sobre sus diferentes historias, Rapunzel convenció a Hipo para que la acompañara en busca de un libro de dragones.
-Quiero que me digas en qué se diferencia de la realidad- comentaba animadamente.
Cuando desaparecieron, Merida, que estaba sentada en el suelo, frunció un poco el ceño.
-Sé lo que te preguntas- le dijo Jack:- ¿Cómo puede aparecer en nuestras pesadillas, y no dar señas de... nada?
-Quizá aún no lo ha soñado.
-O quizá beba una tila muy fuerte antes de dormir.
La fierecilla le dirigió una mirada divertida.
-Creo que va a ser eso.- arrancó a Jack una carcajada socarrona.
-Y dime... En tus sueños, ¿qué ocurre?- le preguntó, acomodándose, con la barbilla apoyada en las rodillas.
La fierecilla se puso nerviosa.
-No mucho- tartamudeó:- Solo hay... una voz.
-¿Eso es todo?
Se sostuvieron la mirada. Zafiro y Turquesa. El mismo carácter, el mismo genio. Iba a ser difícil sacarle algo.
-Sí.
-¿Merida?- Hipo entró a paso ligero en la habitación, seguido de una Rapunzel un tanto preocupada:- ¿Por qué no vamos a buscar ya a Chimuelo? Estoy preocupado. Rapunzel me ha dejado el libro- alzó un enorme volumen de cuero marrón.
-Vámonos- Merida se incorporó:- Ha sido un verdadero placer conoceros. Deberíamos vernos otra vez, algún día.
-Oh, sí, ¿qué tal mañana al mediodía?- propuso Jack. Recibió una descarga eléctrica por parte de la mirada de la pelirroja.
-¡Estupendo!- Rapunzel se puso de puntillas:- Venid aquí a ésta misma torre, de seguro Eugene ya habrá ordenado todos los muebles.
-Bien, entonces- le sonrió Hipo, para después mirar a Jack. Éste asintió, comprendiendo a la perfección. "Por los dioses, cuando me quede a solas con ella va a ser insoportable". Así que Jack le envió otra mirada de consideración. Después de todo, la fierecilla parecía a punto de entrar en erupción como un volcán, si no salía de allí.
Agarró a Merida por la cintura, aprovechando que se sorprendió demasiado como para revolverse, y a Hipo por el cuello de la camisa. Descendió la torre ayudado por Viento, pensando que, si aquel era su destino profetizado por las Druidas, podrían haberse inventado algo más claro.
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Brave Dragons
أدب الهواةLa princesa Valiente y el chico Dragón, una historia de amor, y más...