CHAPTER EIGHTEEN

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"Comienza a verte a como un alma con cuerpo en lugar de un cuerpo con un alma".

Maxine

Tras haber echo rutina diaria de ejercicios, apenas llego al departamento y veo a Aidan esperándome en la entrada, como habitualmente lo hago paso por su lado ignorandolo y cerrandole la puerta en la cara, luego salgo y le permito entrar después de haber exclamado paciencia.

—Hola preciosa.—su acento britanico es algo que sobresalta.

—Hola, ¿que tal?—Soy educada. Acepto las flores que me da junto a los chocolates que no podre comer porque #Dieta jejeje.

—Estoy bien, ¿tu como estás?

—Bien.—respondo.

—¿Recuerdas nuestra cita verdad?—sonrie.

Su atractivo es grande, pero no me mata.

—No, no acepte ninguna cita contigo.—impongo.
—Y dejame preguntarte ¿que es lo que quieres conmigo?

—Ya te lo dije Max.—se rasca la nuca.

Al ser hermana de tres hombres adultos me enseñaron cosas que son realmente necesarias y fueron adelantadas a mi edad, una de esas es descubrir cuando alguien miente y bueno, se que ahora Aidan no esta siendo totalmente honesto, sus gestos corporales son notorios aún cuando los quiere hacer pasar por invisibles y de nada sirve que sea un militar, en cambio yo aprendí tecnicas de una maldita criminal.

—Hablame como un hombre.—impongo.—mirame a los ojos y dime que es lo que quieres conmigo, porqué el cuento de que te sigo gustando y que quieres regresar conmigo no lo quiero escuchar.

—Me gustas desde cuando eramos niños.—me mira fijamente.—Cuando regrese a tu vida me di cuenta de que esa atracción seguia, quise aprovechar la oportunidad que ahora estoy aquí para decirtelo.

—Bien.

—¿Saldras conmigo?

—Umm.—la pienso, si quisiera que Aidan estuviera aquí lo dejaria entrar a casa hasta la madrugada solo para desafiar a mi padre. Si he roto reglas morales peores y no tanto. Pero la mayoria de las veces quiero ser recta.—Que sea rapido.

Lo dejo entrar a la sala mientras tomo un baño y me arreglo, cuando termino Klaus esta sentado al borde de la cama con un semblante más serio y con la mandibula tensada, sus ojos azules se mantienen en mi.

—¿Que haces aquí?—Cuestiono llena de molestia.

—¿Vas a salir?

—Si.—entro al closet para elegir la ropa.—Si vienes a reprocharme evitame el mal rato.—Dicto mientras tomo el vestido de lentejuelas plateadas con un hombro descubierto.

—No en realidad no, de echo venia al chisme.

Frunso en ceño.—¿De que hablas?

—¿Entonces ya regresaste con Aidan?

—No.—controlo mis impulsos y me coloco la ropa interior por debajo de la bata de seda. Apoyo las rodillas en la cama y me acerco a su oido para susurrarle una confesión que le hiela la piel y le hace mirarme como miraria a Margaret.

PLAYING WITH FIRE | d.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora