CHAPTER NINETEEN

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“La pesadilla de la esquizofrenia, es no saber lo que es verdad.”


Maxine

No creo que haya algo que duela más qué la vergüenza, es algo que se oprime en tu ser, te carcome la mente y mancha tu reputación de por vida.

Donde te ven, te juzgan por el motivo qué perdiste la vergüenza. A mi no me falta mucho para ser señalada en portadas de revistas muggles o peor en un diario donde todo el mundo magico se enteraran de lo ocurrido, no falta mucho para sentirme mal al respecto.

Lo que me enoja es que yo no soy una persona que fuera capaz de cometer eso, pero ella me obliga, lo hace porque la separaron de el. Porque el no esta aquí y quiere venganza.

Mantengo la calma gracias a los medicamentos, los cuales me tome apenas me tonificaron que tenia problemas graves, dejo que me guien a la sala donde es justo que me pidan mis pados personales y ante la mención de mi nombre algunos voltean a verme bien la cara, quisiera decir que hay gestos de lastima o algo, pero no es asi, solo hay repudio en sus rostros.

No tengo porque temer, no he echo nada, tratandose de mi, no aseguraria quedarme aquí por mucho tiempo.

Mi hermano le avizara a toda mi familia y mi padre hara algo a respecto.

Camino hasta donde me indican los dementores, y la policia magica. Me conduncen hacia una celda, todo es frio y oscuro ahi dentro encerrandome con otras personas, viendo su apariencia son personas golpeadas y malolientes.

Se van dejandome con dos mujeres que lucen como drogadictas, una tiene su ropa manchada de sangre, dato que me da escalofrios y la otra esta arrinconada en una esquina. Evito mostrar el asco que me da el lugar quedandome parada a la vez que mi olfato capta el olor a podrio y asufre.

—¿Tu que hiciste?—se acerca la mujer con sangre en ropa pasando una de sus manos por mos gluteos.

Me giro hacia ella poniendo cara de asco.

—Nada, soy inocente.—la loca me ve de pies a cabeza con una cara de saboreo.

—Yo lo era cuándo estaba en el pene de mi padre.—Intenta tocarme pero me hago para atras.

—No me toques.—la evado yendo al otro extremo de la celda.

Tengo que aguantar todo tipo de obcenidades de su parte que intenta tocarme a cada rato.

—¡Basta!—la paciencia se me agota.

—¿Tienes el valor de decirme que pare?—me tienta al sacar una navaga de su pantalón.

—Cortale el cuello.—le dice la otra.

Con la frialdad del filo de la navaja tantea mi pomulo, mientras me acaricia los pechos, es mucho más alta que yo y aparte de parecer drogadicta se nota que pelea, esta fuerte, se nota en sus musculos.

Respiro profundo, se burla en mi cara soltando un aliento asqueroso en mis labios.

—¡Te dije que te alejes!—grito dandole un empujón que le pega a la pared.

Se incorpora rapido y me enfrenta presionando mi cuerpo contra ella y las rejas. Me propina un golpe en el estomago seguido de varias bofetadas, dos puñetazos repetidos en mi nariz, la rabia la insta a tirarme al suelo para patearme y escupirme.

Nadie sirve para llamar a los guardias que parecen sordos, pasa uno por el pasillo pero no parece importarle, solo ordena que se callen mientras ella sigue pegandome.

Impacta con su bota de suela gruesa en mi cara, en tanto tira de mi cabello, expulsando un poco de sangre por la boca y nariz.

El dolor llega hasta que siento como empieza  a marcar mi estomago con su navaja.

PLAYING WITH FIRE | d.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora