Parte diecisiete

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TODOS HABÍAN continuado unas horas más con la fiesta tras la partida de Daphne y Albert, como en los viejos tiempos. Estaban completamente borrachos y habían andado por las calles de Londres en busca del coche de Draco.

Como llevaban tanto alcohol en el cuerpo, no veían seguro tratar de aparecerse y el se ofreció a llevarlos a todos a casa. Eran algo pasadas las tres de la madrugada y las calles de Londres estaban vacías, tan sólo se les podía escuchar a ellos. Estaban despidiéndose de Blaise y Pansy frente a su casa.

Tras una larga y borrachuza despedida, Mittie, Annelisse y Draco volvieron a subir al coche para partir hacia casa de ella, quien insistía de manera persistente en tomar lA última copa pero ninguno de los dos quería ya seguir con la noche, estaban algo cansados y habían bebido demasiado aunque no se encontraran mal.

Minutos más tarde, llegaron y, a regañadientes, Mittie entró en su casa desistiendo de su intento de tomarse una última copa con sus amigos. Annelisse la vio entrar entre tropiezos y no pudo evitar reír. Tras ver la puerta cerrarse, se giró hacia Draco, quedando frente a él.

—Bueno... —suspiró ella, algo incómoda y nerviosa—. Desde aquí puedo ir a casa yo sola —le sonrió tímida.

—No voy a permitir que vayas por las calles sola a estas horas, Lisse. Te llevo y no intentes discutir, vamos.

Cambió su rostro completamente.

—¿Qué? NO, Drac...

—He dicho vamos —Repitió autoritativo, ignorando sus palabras mientras se dirigía de nuevo al coche.

Ella resopló aunque por dentro, estaba demasiado contenta ante el simple hecho de que Draco la acompañara a casa. Subió junto a él al coche y partieron de allí. Draco la miró alzando una ceja, ciertamente divertido.

—¿Qué? —preguntó ella algo avergonzada por la forma en la que la miraba—. Cranbourn St. —señaló ella hacia la calle.

Él se recolocó en su asiento mientras conducía.

—Nada, hacía mucho tiempo que no te veía reír —giró un segundo el rostro hacia ella—. Incluso desde que volviste, no te había visto tan feliz como hoy.

—Bueno, me lo he pasado estúpidamente bien —reconoció con una tímida sonrisa sin mirarle porque no podía, se sentía algo nerviosa estando a solas con él. Como si hubieran vuelto a tener 17 años.

—Yo también lo he pasado bien, Lisse —dijo Draco tras unos segundos sin apartar la vista de la carretera. Volvieron a quedarse en silencio y, lo peor de todo, es que por primera vez en años querían tratar de romperlo y no sabían cómo.

Los dos pensaban en que decirle al otro para poder hablar, aunque fuera una tontería absurda, querían hablar con el otro con más ganas que nunca.

—Así que... ¿Ahora vives en Cranbourn, eh? —rompió finalmente Draco el silencio.

—Sí, bueno, temporalmente —explicó Annelisse nerviosa, causando que Draco volviera a mirarla—. Es una de las casas de Albert, me la prestó.

—Oh, ya veo. Muy bueno tu novio —dijo sin pensarlo mucho, a lo que se puso a sí mismo mala cara, maldiciéndose por dentro.

—Draco —Dijo Annelisse, captando su atención de nuevo—. Nunca dije que fuera mi novio.

A lo que Draco sintió cómo su corazón le daba un vuelco. Sintió las palmas de sus manos comenzar a sudar, a sentirse nervioso y a la vez incluso alegre de oír aquellas palabras.

—¿Cómo que no es...? —preguntó extrañado, esperando no haber oído mal.

—Nunca lo dije.

Cinco horas con draco malfoy, pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora