Parte treinta y cuatro: Prolepsis

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Unbreakable — Jamie Scott (Es la recomendación que puse en el libro original. Queda muy bien, por si alguien quiere oírla mientras lee.)




DRACO REPOSICIONABA su corbata frente al espejo, nervioso; inseguro incluso. Miraba su rostro, viéndose mal incluso, y se maldecía por ello. Los ruidos de un pequeño terremoto llamado Mona retumbaron por el lugar, despistando a Draco.

—¡Mona, compórtate! —gritó hacia ella, tratando de detener al pequeño torbellino.

—¡Por dios! ¡Esta niña es un terremoto y apenas tiene tres años! —se oyó la voz de Blaise, causando una pequeña pero ahogada risa en Draco.

Él, listo, caminó hacia donde el ruido provenía, descubriendo a Blaise y ella juntos, él haciéndole cosquillas.

—Bueno, vale ya —Draco trató de poner orden entre ellos. A menudo su amigo se comportaba como un crío cuando estaba con ella—. Zabini, deberías acabar de vestirte, es en media hora —le avisó Draco.

—Lo sé. Ya voy. Es que tu hija, es mala —espetó.

—Veras que el tuyo hará lo mismo cuando Pansy lo tenga en un par de meses. Por cierto, ¿Cómo está ella? Apenas la he visto —preguntó Draco.

—Bien, muchos dolores, muy sensible, ya sabes —rodó los ojos.

—Quien lo iba a decir, Blaise Zabini siendo padre al fin —se burló Draco.

—Mira quien habla, Malfoy con una hija. También es algo para enmarcar —recalcó Blaise.

—Vístete. Esto es serio, no vayas a ponerte cualquier cosa, Zabini. que sea negro —habló serio.

—Sí, ya voy —rodó los ojos para luego desaparecer y terminar de ponerse el traje.

—¡Papi, papi! —llamó la pequeña, tirando de la chaqueta de Draco.

Draco la tomó en brazos y la sostuvo.

—¿Qué pasa, dime? —la miró con una sonrisa, fascinado una vez mas por las similitudes con su madre, viéndola reflejada en ella.

—¿Cuándo iremos a ver a mamá? —preguntó como pudo. Apenas conseguía pronunciar bien las palabras dada su edad. Fruncía el ceño con una confusión que resultó tierna para Draco—. La echo de menos —hizo puchero.

—En una hora. Yo también la echo de menos, cariño —frunció también el ceño—. Y luego te daré ese helado que tanto pides —le sonrió con ternura.

—¡Bien, bien! —alzaba sus brazos con alegría, algo que también causó en Draco.

Lo mejor de ellos dos estaba en sus brazos, aquella pequeña niña, su hija.

—Blaise, ¡Diez minutos y nos vamos! —gritó Draco, retumbando por toda la casa.

—¡Que sí! —se escucho a su amigo de vuelta en la distancia.

Draco rodó los ojos, resoplando. Dejó a la pequeña en el suelo delicadamente, quedando ella de pie. Draco se agacho hacia ella, quedando de cuclillas.

—Estás muy guapa hoy. El vestido que te regaló la abuela es muy bonito, ¿Intentarás comportarte? —alzo una ceja.

Mona Malfoy apenas tendría tres años, pero era un completo terremoto. A menudo acababa haciendo alguna travesura, cosa que a menudo tenía a Draco en vilo, nunca sabiendo cuál sería la siguiente travesura en la mente de su hija.

Cinco horas con draco malfoy, pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora