Parte veintiuno

1.3K 147 74
                                    


JUSTO DESPUÉS de ver a Annelisse desaparecer, Draco dio un golpe sobre la mesa sin importarle el hecho de dónde estaba o con quién. Observó unos segundos más la puerta, analizando y a la vez odiando lo que acababa de hacer ella.

—Lo siento mucho, Malfoy. —comentó el Ministro ante la situación—. Su padre me lo pidió personalmente y no pude negarme a ello.  Espero sepan disculparme.

—No pasa nada, Ministro —apresuró Narcissa alzándose de su asiento con seriedad. Ella tampoco estaba contenta con lo que acababa de suceder y deseaba tanto como Draco poder entender por qué su difunto marido, después de tanto tiempo, había hecho semejante cosa. Deseaba saber qué había en la carta—. ¿Hemos acabado ya?

—Por supuesto —sonrió educadamente, señalándoles que podían irse.

—Draco, vamos. Vámonos a casa —alzó la mano hacia él para que viniera.

Todavía enfadado, frustrado y sintiendo su corazón ir a mil por hora, resopló, justo antes de unirse a su madre y partir del Ministerio.

Minutos después, madre e hijo se habían aparecido en la Mansión Malfoy. Sin escuchar apenas ruidos, tan sólo el taconeo de su madre y el de los zapatos de él, ambos avanzaron hacia el salón.

Draco, instantáneamente sin importar la hora, fue al minibar y se sirvió una copa de whiskey, la cuál se bebió de un trago. Soltando un jadeo, se dio la vuelta y pudo ver a su madre observándolo.

—¿Tú sabías algo, madre? —le preguntó moviendo el vaso vacío en la mano, con seriedad.

—Draco —dijo acercándose a él—. No sabía nada de esto, tu padre no... Él no quería a Annelisse, él nunca me habló de ella —frunció el ceño por esas palabras.

—Y entonces, ¿Qué es eso de enmendar errores, buscar la felicidad y toda esa mierda? —preguntó con molestia clara en su voz.

—No lo sé, yo... Tan sólo recuerdo ahora que unos días antes de que ella desapareciera, pillé a tu padre hablando con ella. Parecían discutir o algo.

—¿Cuando,? ¿Dónde? —Draco dijo confuso ante tal información, la cuál desconocía por completo.

—Un día, haciendo algunos preparativos para la boda, la hice venir a casa. Tomamos un té y cuando volví del piso de arriba para enseñarle algo, Lucius y ella estaban hablando. Cuando le pregunté a ella, tan solo me dijo que discutían algo sobre la boda. Algo que, la verdad, no tiene mucho sentido ahora.

—¿Y nunca pensaste en contarme eso? —alzó su voz—. ¿No pudiste pensar que a lo mejor padre le hizo algo? —añadió casi gritando, lo que pilló a su madre completamente por sorpresa.

Ninguno habló. La mente de Draco volvía a divagar, viniéndole una posible y remota idea a la cabeza, provocando que su rostro tornara pálido al instante ante ese pensamiento. Repetía esa misma idea en su cabeza, comenzando a sentir el mareo invadir su cuerpo, a lo que Narcissa se dio cuenta y se acercó a él.

—Draco, qué, ¿Qué pasa?

—Él la obligó —dijo casi sin voz. Fijó sus ojos en los de su madre, comenzando sentir la rabia emanar de se cuerpo—. Él la obligó a hacer el Juramento Inquebrantable.

—Espera, ¿Qué? —preguntó Narcissa incrédula.

—Tiene que ser eso, madre —anduvo hacia el minibar para servirse otra copa. Rápidamente se la bebió—. Él fue quien obligó a Annelisse a irse, él me quitó lo que tanto quería, ¡Él fue quien jodió mi vida! —acabó gritando así como lanzó el vaso vacío con fuerza, sin importar hacia donde fuera.

El ruido del cristal romperse impresionó a Narcissa, resonando por todo el salón. Ella estaba en shock ante tal información. No quería creer lo que su propio hijo acababa de decir aunque en su mente, todo cobraba sentido lentamente.

—¿Por qué haría algo tan horrible? —preguntó ella.

—Porque nunca la quiso en la familia. Nunca quiso mi felicidad y le pareció bonito joderme la vida —respondió con rabia.

—Draco si eso es verdad... —suspiró pesadamente. Le dolía que su marido hubiera hecho tal cosa—. No... No sé que decir, qué hacer. ¿Por qué ella no lo dijo cuando regresó.

—Porque seguramente el querido de tu difunto marido añadió eso al Juramento.

—Oh dios mío, esto es demasiado... —Narcissa llevó la mano a su frente, dando algunos pasos nerviosa por la situación.

—¡Ella podría haber muerto, madre! —le dijo con claro enfado—. Y yo no hice nada, no pude hacer nada, ¡Perdiendo a la mujer de la que estoy jodidamente enamorado!

Ante esas palabras, Narcissa se giró y sus ojos encontraron los de Draco, sorprendida de aquellas palabras.

—¿Y Daphne?

Él resopló antes de hablar, sabiendo que no había vuelta atrás.

—Ella...me dejó. Ella... —resopló de nuevo—. Sabía lo que me sucedía con ella, cómo me sentía por Annelisse.

—Lo siento mucho Draco. Y lo digo de verdad —se disculpó—. Ella es muy buena chica, pero tiene razón. Y lo siento, me siento una mala madre por decir lo que voy a decir pero me alegra oír eso. Siempre creí que tú y Annelisse debíais acabar juntos —explicó su madre con cierta ternura en su rostro.

—Si hay algo de lo que me he dado cuenta es, que siempre querré a Annelisse. Quiera o no ella estar conmigo —suspiró. Alzó la cabeza para mirar a su madre—. La amo demasiado, madre.

—Lo sé, cariño —le sonrió con ternura—. Mira en qué te convirtió: en un hombre fuerte, seguro, quien se deja querer y ama con locura. Alguien feliz. Annelisse te convirtió en un verdadero hombre, Draco.

—Ella hizo más que eso, madre. Ella me salvó. Aquella mañana cuando la conocí, estuve a punto de cometer la estupidez más grande del mundo —reconoció—. Si ella no llega a aparecer por ahí, quizá yo ya no estaría vivo —terminó de decir aquello frunciendo el ceño, con dolor al recordarlo.

—Draco, nunca me dijiste que... Tu nunca me contaste que pensaras en esas cosas. Lo siento mucho, yo... —habló acercándose a él—. Si lo hubiera sabido antes...

—No importa ya eso, madre. Estoy bien ahora y como he dicho, ella me salvó —sentenció—. Y no puedo seguir enfadado con ella si es cierto que padre le hizo eso a Annelisse. No puedo enfadarme con ella cuando entiendo, ahora, que realmente no tuvo elección. Que podría haber muerto y tuvo que desaparecer.

—¿Y por qué no vas a verla? —sugirió ella con una leve sonrisa—. Hazle saber que la quieres, que entiendes por lo que pasó.

Pensó.

—Haré algo mejor —dijo dirigiéndose hacia uno de los escritorios que había allí en el salón. Sacó un trozo de pergamino, una pluma, y comenzó a escribir—. La invitaré a cenar —añadió habiendo terminado. Cerró el pergamino para luego ponerlo en un sobre y enviarlo.





FALTAN DOS CAPS MÁS QUE SUBIRÉ EN BREVE. 

Cinco horas con draco malfoy, pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora