Parte siete

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— Sí —Respondió él con dificultad. Draco en parte pensó lo mismo, aunque otra más pequeña, la cuál trataba de ignorar, no podía evitar pensar en ella de esa forma. Imaginándola a su lado otra vez.

—No quiero estar mal contigo —Explicó, exhalando—. Sé que no tienes ningún motivo para perdonarme y la verdad, no espero que lo hagas. Pero no quisiera que después de todo lo que hemos pasado, estemos mal, enfadados.

Draco suspiró pesadamente, en parte de acuerdo. No podía negar el hecho de que deseaba que se quedara en su vida, que no desapareciera de nuevo.

—No sé cómo hacerlo, Annelisse.

—No tienes por qué hacerlo si no quieres. Yo... —Suspiró—. Sé que tienes ahora una vida, una novia a la que quieres y comprendo que no puedo pretender regresar a tu vida como si nada. Es sólo que... Me quedo aquí, en Londres. Ya he aceptado el trabajo.

—¿El trabajo? —Preguntó confuso.

—He pedido el traslado del Ministerio Americano a aquí.

—Oh, ¿Así que todo este tiempo has estado en Nueva York? Increíble —Bufó molesto—. ¿Tu familia lo sabía? —Añadió. Annelisse no respondió, agachando la cabeza. Sin palabras, acababa de reconocer que sí lo sabían, a lo que Draco soltó una risa nerviosa.

—Draco, por favor...

Draco se levantó rápidamente de su asiento.

—Haz lo que quieras, Annelisse, igual que la otra vez —Habló mientras se dirigía hacia la puerta y la abrió—. Total, ya no puedes romper algo que ya está roto —Sus propias palabras le hicieron daño.

Annelisse sintió aquél nudo en su garganta, oprimiéndola. Observó cómo Draco la miraba junto a la puerta, claramente señalándole que se fuera. Apretó sus labios, conteniendo las ganas de hablar, de decirle de una vez por todas por qué hizo lo que hizo. Se levantó y con la cabeza levemente agachada se dirigió hacia la puerta.

Antes de salir alzó la vista, mirando una vez más a Draco.

—Lo siento. Nunca pretendí romper tu corazón y créeme cuando te digo que el mío también se rompió —Musitó. Draco evitaba mirarla directamente a los ojos. Se sintió herido por aquellas palabras, tratando de contener las ganas de llorar.

Finalmente y con frustración, Annelisse salió de la casa sin mirar atrás, triste, sin saber que Draco la observaba alejarse con la misma tristeza en su rostro. Viendo una vez más a aquella chica que tanto quería alejarse de nuevo, sintiendo su corazón partirse en dos.

De lo que ninguno se dió cuenta pero Draco haría momentos después, era que Daphne acababa de cruzarse con Annelisse por esa misma calle mientras se dirigía a casa de Draco.

Tras cerrar la puerta, minutos después, ésta volvió a sonar, lo que a él le extrañó. Volvió a la puerta rápidamente y al abrirla, pudo ver a Daphne, algo seria y con confusión clara en su rostro.

—¿Estoy loca o acabo de ver a Annelisse Haunt una calle más abajo? —Dijo mientras entraba frunciendo ceño y señalaba hacia la calle.

—Daphne —Resopló—. Hay algo que tengo que contarte.

Ella seguía confusa, sin entender qué ocurría. Él la cogió de la mano y la guió hasta el sofá, donde tomaron asiento los dos. Observó a Daphne, inseguro. No sabía cómo empezar a contarle lo sucedido. Cualquiera que lo oyera pensaría que es de locos y bueno, lo era.

—¿Qué pasa, Draco? Estás asustándome.

—Verás... —Respiró hondo—. En el funeral, cuando desaparecí y me escondí en una de las habitaciones, había una chica.

Daphne miraba todavía más confusa a Draco, no entendiendo qué quería decirle en absoluto. Permaneció callada, dejando que él se explicara.

—Era ella —Exhaló—. No sé cómo, no sé cuando, no sé por qué pero apareció. Era Annelisse.

Los ojos de Daphne se agrandaron, atónita.

—¿Esta viva? —Preguntó en un pequeño hilo devoz tras varios segundos, todavía procesando aquellas palabras.

—Sí —Tomó las manos de Daphne con las suyas—. Escucha, sé lo que vas a pensar y no. Le hice venir porque como comprenderás, necesitaba una explicación, necesitaba saber por qué... —Soltó un leve jadeo, no pudiendo acabar de decirlo.

Ella asintió.

—No pasa nada Draco. Yo... —Ladeó su cabeza—. Creo que intento procesar todo esto y es muy complicado —Abrió más sus ojos con sus palabras, parpadeando, alucinando incluso con lo que Draco acababa de contarle. Era mucho que asumir.

—Lo sé y lo entiendo. Lo siento por no habértelo contado antes, no estaba preparado, no estaba seguro. No la había visto desde el funeral, cuando la eché de la Mansión —Explicó él.

Daphne se soltó de una de las manos de Draco y la alzó hasta su rostro, acariciándolo con una leve sonrisa en su rostro.

—No pasa nada. Lo entiendo, supongo que cualquiera enloquecería con algo así —Torció sus labios, sintiendo cierta inseguridad y tristeza invadiéndole.

—Lo siento, Daphne, lo siento mucho. De verdad que quise contartelo antes —Repitió él.

Daphne lo observó con cierta angustia. Veía a un Draco confuso, hecho un desastre y ella no podía evitar sentirse algo asustada e insegura. Sabía perfectamente que el hecho de que Annelisse hubiera reaparecido, lo removía todo.

—No lo sientas, Draco. No es tu culpa.

—¿Por qué se fue? —Preguntó ella al ver que él tenía la mirada perdida en un pensamiento.

—No ha querido contármelo —Respondió sin ganas, sin mirarla.

—¿Se va a quedar? —Preguntó con temor.

—Eso parece... —Afirmó. Al alzar la mirada hacia ella y ver que su rostro estaba algo triste, lo acarició con una de sus manos—. Te adoro, Daphne, ¿Lo sabes, no?

Ella no pudo evitar sentir cierto alivio, lo que causó una pequeña sonrisa en su rostro.

—Draco... —comenzó a decir—. Necesito decir algo, decirlo aunque en un futuro pueda arrepentirme.

—¿Qué?

Tomó aire antes de hacerlo.

—Si decidieras mantenerla a ella en tu vida... No me parecería mal —Tragó saliva—. Sé perfectamente que ella siempre fue y será importante para ti, no puedo luchar contra eso. Pero sólo te pido una cosa... No me rompas el corazón.

—No, no —Llevó sus manos al rostro de Daphne, acunándolo—. No digas eso. Estoy contigo, ¿Vale? Esto no cambia nada —Respondió él con seriedad.

Muy en el fondo, sabía que Daphne tenía razón, que realmente todo aquello lo cambiaba todo, pero él no quería admitirlo. No quería admitir de ningún modo que, muy en el fondo de su corazón, él seguía amando a Annelisse. Quería luchar por su nueva vida y además, seguía enfadado y disgustado con Annelisse.

Daphne tan sólo asintió con cierto alivio ante aquellas palabras aunque el miedo no desapareció de su mente. Sabía que si ella al fin y al cabo no había muerto, tan sólo sería cuestión de tiempo que los sentimientos volvieran a florecer; que el río volviera a sonar.

NO PUEDO PARAR, QUE ALGUIEN ME DETENGA.

Cinco horas con draco malfoy, pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora