Parte treinta y seis

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La casa estaba completamente silenciosa; quieta. En su cuarto, la pareja se encontraba en la cama desnudos bajo las blancas sábanas, disfrutando todavía en su cuerpo lo que acababa de suceder. Aquella mañana, Annelisse había regresado a casa y habían hecho el amor; celebrando que todo había terminado al fin, que tras dos largos y eternos días, ella había despertado.

Descansaba su cabeza sobre el pecho de Draco, escuchando los latidos de su corazón relajado, esparciéndose una sonrisa por su rostro al darse cuenta de lo feliz y completa que estaba en ese momento. La yema de sus dedos acariciaban su pecho desnudo, jugando con el vello de Draco entre sus dedos.

Escuchó salir un suspiro de él, provocando que alzara un poco su cabeza para mirarlo, quien también hizo lo mismo.

—¿En qué piensas? —le dijo casi en un susurro.

—En que casi te pierdo y ésta vez de verdad —tragó saliva, sintiendo por un segundo de nuevo todo aquél miedo.

—Pero no ha sido así. Y por fin ha terminado todo —respondió ella.

Draco acariciaba los costados de Annelisse, perfilando su figura con la punta de sus dedos.

—Sí. Todo ha acabado al fin —volvió a suspirar—. Aunque otra aventura acaba de empezar —anotó, alzando ambas cejas.

Annelisse rió al recordarlo y también soltó un suspiro, pensativa. Volvió a apoyar su cabeza sobre su pecho.

—Estoy asustada. No sé nada sobre bebés. No es que no quisiera tenerlos contigo ni que no hubiéramos hablado antes de tema... Pero no esperaba que las cosas sucedieran así, la verdad.

—Bueno, es normal —torció levemente la comisura de sus labios por un segundo—. Pero serás una madre estupenda, Lisse. No tengo dudas.

—¿Tu crees? —frunció el ceño a la vez que alzaba una vez más su cabeza, mirándole—. ¿Y si no es así?

—No digas tonterías. Claro que lo creo. Es más, lo sé —sentenció Draco, provocando una pequeña risa en Annelisse—. A no ser que te hayas arrepentido de la última propuesta que te hice.

—Pff, pues claro. Yo, ¿Casarme contigo? Ni loca —bromeó ella.

Al instante Draco la sacudió levemente entre sus brazos.

—¡Eh! —dijo indignado, ella riendo.

Annelisse se acomodó cruzando sus brazos sobre el pecho de Draco y apoyando su cabeza sobre éstos, mirándolo.

—Por supuesto que quiero casarme contigo. Siempre lo he querido —admitió con una sonrisa —. Pero me gustaría esperar hasta después del embarazo. No quiero parecer una pelota de playa el día de mi boda —soltó una pequeña risa, aunque tenía una mueca de desaprobación en su rostro.

Draco rio.

—Estarías guapa de cualquier forma, Lisse.

Ella entrecerró los ojos.

—Ya veremos si sigues pensando lo mismo en unos meses, cuando no pueda abrocharme ni la ropa.

—Te querré igual que siempre, boba —inclinó su cabeza, pudiendo así alcanzar los labios de Annelisse y plantar un beso en ellos—. Además, dicen que las embarazadas van más calientes —alzó ambas cejas, divertido.

—Malfoy, eres un pervertido —pasó la mano por la cara de Draco—. ¿Cuándo te has vuelto un adicto al sexo?

—Ha pasado mucho tiempo. Tengo que ponerme al día. Tengo que hacerte el amor tantas veces como pueda —rodó los ojos divertido.

Ella sonrió, recordando algo con alegría.

—¿Sabes? Recuerdo cuando comenzamos a salir y contenías tus ganas constantemente, caballeroso.

—¿Tanto se me notaba? —preguntó sorprendido.

—Por favor, el bulto entre tus piernas estaba constantemente ahí, apuntándome —explicó entre una risa.

—Oh Dios mío, Lisse, calla —se quejó él, algo avergonzado incluso—. Pero no podía evitarlo. Me pones mucho —se encogió de hombros.

—Mmmm, ¿Sí? —preguntó con una tonta sonrisa.

—Siempre —suspiró.

—Dime, ¿Cómo se ha tomado tu madre la noticia? —volvió a acomodarse, pudiendo mirar bien a Draco.

—Ella esta tremendamente feliz. Le apasiona la idea de ser abuela —Draco miraba hacia el techo, a nada en concreto, pensativo—. Incluso tu madre me dio la enhorabuena —descendió de nuevo la mirada hacia ella.

—¿En serio?

—Hemos hablado mucho tus padres y yo estos dos días. De hecho, tu hermano me contó que iba a casarse también.

—Oh, madre mía, ¿¡Pat se va a casar?! —dijo con emoción reflejada en su rostro

—Sí —respondió con una sonrisa.

—¡Madre mía! Qué feliz estoy —mordió su labio inferior un instante.

Draco se inclinó para besarla una vez más.

—Ven, vamos —dijo y al momento trató de levantarse, apartando delicadamente a Annelisse.

Ella se levantó tras él.

—¿A dónde vamos? —preguntó alzándose también y  tomó la camisa de para colocársela. Él se puso los pantalones, quedando sin camiseta, y se giró hacia Annelisse.

—Vamos a preparar la comida. Tu plato favorito —explicó contento y acto seguido comenzó a andar.

Annelisse le siguió por la cama, alcanzándolo y tomando su mano mientras continuaron su paso hacia la cocina.

—¿Cuándo he conseguido un novio tan perfecto?

—¿Novio? —alzó una ceja, mirándola por un segundo.

—Y futuro marido —añadió ella divertida.

Ambos llegaron a la cocina y Draco se detuvo, dándose la vuelta hacia ella.

—Me gusta cómo suena eso v—comentó con la voz algo ronca, rasposa.

—Y a mí —sonrió ella. Se puso de puntillas, alcanzando así los labios de Draco para besarlos.

Fundidos en aquél profundo beso, Draco tomó a Annelisse por las piernas y la alzó, sujetándola. Continuó besándola mientras la guio hasta la encimera de la cocina, donde la posó.
Dejó un último beso en sus labios.

—Tú ahí. Yo cocinaré.

Eso volvió a sacar una sonrisa a Annelisse. Estar con Draco la hacía feliz; estar con aquél chico al que nunca dejó de querer, pudiendo ahora estar al fin con él, sin ningún problema de por medio.

Observó a Draco mientras preparaba todo para cocinar, embelesada por aquél hombre que había cazado su corazón, recordando una vez más dónde y cómo empezó todo. Sonrió ante el recuerdo, aquél día de diciembre en que todo cambió para los dos.

Ya no eran unos críos, habían crecido, mucho había llovido desde aquél entonces y además, ahora esperaban un hijo en común. Quizá ellos habían crecido, cambiado, pero el amor que Annelisse sentía por Draco seguía igual que siempre, no había cambiado en absoluto, queriendo al hombre que tenía frente a ella, con todas sus virtudes y defectos, amando cada uno de éstos al igual que siempre.

Y ahora todavía más, sabiendo que ahora todo sería distinto al fin, para bien. Ahora podrían tener aquello que tanto habían ansiado tener.

Una vida juntos.

Cinco horas con draco malfoy, pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora