Capítulo 7

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31 de Agosto, 1991, Marauder's Mansion, Inglaterra.

Solo un día faltaba, un día para que los Mini-Merodeadores fueran a Hogwarts por primera vez. Se podía sentir la emoción en la mansión de los Merodeadores, el nerviosismo que tenían los adultos al pensar en que sus hijos se irían por primera vez en todos esos años. Iris, por su parte, estaba nerviosa por cómo Nicholas viviría la diabetes en Hogwarts. Sabía, por lo que le había dicho Dumbledore, que tendría todo el apoyo necesario, pero ahora que no tenía la poción de Severus para ayudarlo, y que tendría que inyectarse todos los días, Iris no podía estar más nerviosa. Sabía que Nicholas no era tan inmaduro como para no tener en cuenta su salud, pero de todas maneras el miedo de que Nicholas no siguiera las recomendaciones del doctor, que cediera ante la tentación de un chocolate, dejaba a Iris con ataques de pánico en las noches.

Severus había desaparecido de la faz de la tierra. Por lo que Iris sabía, por lo que Dumbledore y James le habían contado, estaba en América trabajando para MACUSA. Sin embargo, Iris, que no había esperado nada de Severus después de que se fuera, había sido sorprendida por una carta al principio del mes con dinero para todo lo de Nicholas. No sabía por qué le impresionaba, después de todo, sabía que Severus no dejaría de pensar en su hijo, pero al ver lo triste que Nicholas estaba desde la partida de su padre, no podía hacer otra cosa que odiarlo.

Había sido un mes difícil para Nicholas desde que su padre se había ido. Incluso le había escrito una carta pidiéndole perdón por lo que había pasado en El Caldero Chorreante, pero no le había llegado respuesta. Después de unos días, el dolor se había convertido en rabia. ¡¿Cómo podía ser que su padre se fuera y lo dejara solo?! James, Remus, Sirius e incluso Evan nunca dejarían a sus hijos, ¡¿y su padre sí?! Lo odiaba, lo odiaba con todo su corazón, y no volvería a quererlo nunca.

El día antes de ir a Hogwarts, Harry y John se encontraban preparando sus baúles en sus habitaciones. Todos estaban demasiado nerviosos para hablar.

-¿Crees que quedemos en Gryffindor?-preguntó John de pronto, en su voz tímida de siempre.

Harry se volteó y lo miró-no te preocupes, John, estoy seguro de que todos quedaremos en Gryffindor. Solo espero que Nicholas y Sam no hagan que nos quiten muchos puntos los primeros días. ¿Sabes que ya están planeando una broma?

John asintió, jugando con sus manos-pase lo que pase... tu y yo... ¿seguiremos siendo amigos?

El chico de cabello negro se detuvo en armar su equipaje y miró a John con una sonrisa.

-Sabes que eres como mi hermano, John. Nunca dejaría de ser tu amigo, lo sabes, ¿verdad? John y Harry contra el mundo, siempre ha sido así-respondió Harry, sin dejar de sonreírle-sé que siempre se ve como que Nicholas y Sam nos opacaran, por que su amistad es muy fuerte, pero nuestra amistad es igual de fuerte, lo sabes, sólo que no somos tan ruidosos como ellos.

John asintió y sonrió un poco. Era difícil sacarle una sonrisa a John, pero Harry siempre lo lograba.

-¿Caballeros? ¿Estamos listos?-dijo Sam, entrando en la habitación, como siempre, Nicholas venía detrás.

Nunca se veía a Sam sin Nicholas, ni a Nicholas sin Sam.

-Estamos terminando, ¿no, John?-preguntó Harry, sonriéndole.

John asintió tímidamente.

John era un chico muy inteligente, que le encantaba la lectura y la magia. También amaba el Quidditch, pero nunca había tenido la oportunidad de demostrar su talento tanto como Sam y Nicholas, e incluso Harry, que siempre estaban volando. John era tímido, y no le gustaba mucho la atención de los demás, así que prefería quedarse en el suelo leyendo. Su mejor amigo en el mundo era Harry, desde que eran pequeños, y siempre habían sido muy cercanos, pero su amistad normalmente se veía opacada por la de Nicholas y Sam, que eran ruidosos y les gustaba llamar la atención. Pero a John eso no le importaba, sabía que a Harry sí, pero mientras tuviera a su mejor amigo a su lado, no tenía problemas. Admiraba mucho a Nicholas y a Sam, porque sentía que nunca llegaría a ser tan interesante como ellos. Amaba la manera en la que los dos chicos reían todo el tiempo, y jugaban y siempre estaban llamando la atención. Sobretodo al que más admiraba era a Sam, que era divertido y travieso, pero le tenía una envidia enorme porque se notaba que Becca estaba loca por Sam, y a John siempre le había gustado Becca en secreto.

Nicholas SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora