Capítulo 8

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Diciembre 22, 1993, Hogwarts Express, entre Inglaterra y Escocia.

Los años habían pasado rápido para los Merodeadores y sus hijos. Nicholas, Sam, Harry y John ya tenían 13 años e iban por los 14. Los años en Hogwarts les habían entregado buenos amigos, como Ron Weasley, Riley Dunn y Hermione Granger, además de Becca, que siempre había estado con ellos. Ahora el grupo era más grande, y aunque seguían considerándose los Mini-Merodeadores, y Nicholas y Sam seguían siendo los que hacían las bromas, el grupo había crecido, y todos estaban felices con eso.

Nicholas, Sam y Harry, en segundo año, habían entrado al equipo de Quidditch, Nicholas y Sam como cazadores y Harry como buscador. John, aunque tenía mucho talento, no se había querido presentar, debido a que prefería estudiar y leer tranquilo, pero siempre acompañaba, todas las mañanas, a los demás chicos a practicar. Desde que los tres Merodeadores habían entrado al equipo de Quidditch de Gryffindor, habían ganado la copa por dos años seguidos, y los tres chicos se habían convertido en estrellas del Quidditch.

El nombre de los Merodeadores ya era muy conocido en Hogwarts, nuevamente, incluso más conocido que el de los gemelos Weasley. Nicholas y Sam se habían esforzado por hacer las mejores bromas todos esos años, desde pintar todas las túnicas de Slytherin de color rosa, hasta tapar los baños con una espuma muy espesa con los colores de Gryffindor por 24 horas. Habían sido castigados muchas veces, pero Nicholas y Sam ya estaban acostumbrados, y normalmente servían sus castigos juntos, así que de todas maneras se divertían. Harry y John, por otra parte, se habían convertido en los mejores alumnos de su generación, junto con Hermione Granger, que estudiaba siempre con ellos. Nicholas y Sam no estudiaban mucho, pero habían heredado los talentos de sus padres, así que Nicholas, sin esforzarse, era el mejor en pociones y estaba en el Slug Club, del profesor de pociones, y Sam era el mejor en transformaciones, siempre impresionando a McGonagall, que secretamente prefería a Sam por sobre sus demás alumnos, sin importar el hecho de que fuera un chico tan bromista. Incluso los gemelos Weasley, ahora, se iban con cuidado cuando se trataba de los Merodeadores, y habían aceptado su derrota frente a ellos.

Además, Nicholas y Sam habían aprovechado su capacidad de ser animagos para pasear muchas veces por los terrenos de Hogwarts, y aunque Dumbledore sabía que había un león que ya no era un cachorro, y un gran perro, rondado los terrenos, no se había preocupado. Sabía que los Merodeadores tendrían algo que ver al respecto.

En cuanto a Severus, Nicholas no había escuchado de su padre en todo ese tiempo. Al principio le había escrito cartas, esperando a poder tener nuevamente la relación que tenía con su padre, pero Severus no las había contestado, y al final Nicholas ya se había rendido. Ahora estaba enojado, furioso con su padre, y no quería nada que ver con él. Había dejado de referirse a Severus Snape como su padre, y cuando hablaba de un "padre", normalmente se refería a James, Sirius y Remus, que habían tomado ese papel en la vida de Nicholas desde que Severus se había ido. De todas maneras, Nicholas se había enterado de que su padre había hecho un éxito con la poción que había creado, porque ahora se vendía en todas partes, e incluso les estaban enseñando a los mayores en pociones cómo hacerla. La poción había sido patentada por Severus Snape, y se vendía en todo el mundo. Sin embargo, Nicholas se negaba a tomarla, sabía que se le haría más fácil así, pero no quería tener nada que ver con Severus Snape, así que cuando su madre le compraba la poción, Nicholas la tiraba por el escusado y prefería inyectarse la insulina. Odiaba a su padre con todas sus fuerzas, y nunca lo perdonaría por lo que había hecho. Nunca más volvería a ser el hijo de Severus Snape. Lamentablemente tenía que cargar con el apellido Snape, pero para Nicholas no significaba nada. Odiaba su apellido y odiaba todo lo que tuviera que ver con el que alguna vez había sido su padre.

Sin embargo, en ese momento, Nicholas, Sam, John, Harry, Riley, Becca, Ron y Hermione se encontraban sentados en el Expreso de Hogwarts camino a sus casas para pasar la Navidad. Nicholas y Sam habían puesto fuegos artificiales en los carruajes que los habían llevado a la estación de Hogsmeade, obviamente con los colores de Gryffindor, y se habían ganado ambos una semana de castigo cuando volvieran, pero ahora no les importaba en lo más mínimo. Se iban a casa, después de un semestre muy difícil con las clases, ya que ese año habían tomado los cursos extra. Nicholas, Sam y Becca habían tomado Runas y Cuidado de Criaturas Mágicas, Riley había tomado los mismos pero le había agregado Aritmancia. Hermione había tomado todos los ramos extra y nadie sabía cómo lo estaba haciendo. Ron, por su parte, había tomado Cuidado de Criaturas Mágicas y Adivinación, y Harry y John habían tomado Aritmancia y Runas. Todos los chicos se habían esforzado mucho ese semestre, y lo único que querían eran dos buenas semanas de descanso.

Nicholas SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora