W o n p i l

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K i m  W o n p i l

No te acostumbres a lo malo

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No te acostumbres a lo malo.

Wonpil la conoció en el parque central de su ciudad natal. Estaba sentada en el banco que estaba junto al lago de los patos, les estaba dando de comer. A Wonpil le sorprendió que la chica se hubiese tomado la molestia de averiguar sobre el alimento de esos animalitos, ya que no les estaba dando migajas de pan, éstas ensucian el agua de su hogar.

Esa fue la primera vez que se veían en sus vidas, pero no iba a ser la última.

Durante tiempo ambos se reunían dos días a la semana para darles de comer a los patos que vivían en el lago del parque. Hablaban, uno más tímido que otro, si se llegaban a tocar por error se espantaban, pero al mismo tiempo ansiaban poder tocar los dedos del otro sobre la madera vieja de la banca sin pensar que van a asustar al contrario.

Wonpil nunca había conocido a una chica que supiera tanto de aves, y ella jamás había conocido a un chico que le cantara a los patos de un parque.

Se empezaron a conocer de forma íntima, preguntándose qué les agradaba, o al contrario, que era lo que odiaban.

—¿Qué es lo que más odias? —le preguntó Wonpil una tarde.

En otros tiempos, le hubiese dicho que odiaba el olor a comida en sus manos, o algo así... pero, era una mujer ahora, sus miedos eran más grandes y más vergonzosos.

La respuesta honesta era: odio leer y que la protagonista tenga tantas inseguridades, porque me identifico completamente con ella... y me hace sentir expuesta.

Pero a cambio dijo:

—Odio los ciempiés, son feos. Si veo uno, no le haría daño, pero siguen siendo feos.

Wonpil guardaba sus sentimientos por ella en un bonito recipiente, pero llegó a un punto en que los sentimientos se derraman.

—Te quiero.

Ya estaba, lo había dicho.

—Te quiero también —ella le sonrió.

Él pensó por un momento que eso era todo, que ese era el primer paso a la felicidad, pero en realidad, sólo le sirvió para darse cuenta de que uno nunca termina de conocer a una persona.

La muchacha le quería, pero los miedos le susurraban al oído todas las noches.

En algún punto del pasado, se recuerda a sí misma siendo linda con algún noviecillo que haya tenido en ese momento. Se recuerda a sí misma dando besos sorpresas en mejillas ajenas, se recuerda siendo cariñosa... y se recuerda a sí misma cayendo en cuenta de que era una molestia.

Se sentía como una molestia.

—¿Puedo...? —quiso preguntárselo a Wonpil, pero no pudo.

¿Puedo tocar tu cabello?

𝐃𝐀𝐘𝟔 𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora