Capítulo 32: ¡Logan!

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Pasaron cuatro días, cuatro días en los que mi hermano no daba señales de vida. Quería conectar de alguna manera con él pero él no quería conectar conmigo. La espera era un horrible sufrimiento, una horrible impotencia de la cual no podía hacer nada.

Sabía cómo se sentía, ese mal le consumía y lo peor es que estaba solo. Yo al menos tuve a Eric y a Elisabeth a mi lado.

Mandaba mensajes a Aarón para que supiese que estoy bien y a Tomás para ver si tenía noticias de Logan, pero no, no sabía nada. Comenzaba a agobiarse más que yo, le entendía, el amor era así.

Me quedé en el Olimpo para esperar a mi hermano, sabía que en algún momento aparecería y tendría que traerle conmigo de vuelta. Mi presencia aquí no era bien recibida pero al ver que Atenea y los demás me apoyaban hacían como que no estaba y seguían con sus cosas. El único que no apartaba su mirada de mi era Zeus, pero no se atrevía a atacar.

Aquel lugar era el sitio más bonito del mundo, ya me conocía cada rincón del palacio y aun así siempre había cosas que me sorprendían. Cupido se pasaba el día jugando conmigo pero se iba pronto porque decía que no quería dejar a Eric solo. Me encantaba que se hubiesen hecho amigos, se necesitaban.

Paseaba por los jardines con Ares, íbamos hablando pero algo en mí no estaba bien. Me estaba poniendo muy nerviosa y no sabía cuál era el motivo, tenía una mala sensación que me erizaba la piel. De repente una melodía llegó a mis oídos y me giré hacia la dirección en la que provenía. Jamás había escuchado algo tan bello como aquella música. Me quedé quieta mirando como Apolo tocaba una lira.

-Es bonito, ¿a que si?

Asentí con la cabeza ante las palabras de Ares que habría adivinado lo que estaba pensando.

-¿Por qué suena tan dulce? Jamás había escuchado algo así.
-Es el dios de muchas cosas pero entre ellas está la música.
-Esa melodía te atrapa y te envuelve en ella, siento paz. Es como si el mundo se distorsionase y solo fuese él tocando.

Seguimos escuchando hasta que Apolo acabó la canción y nos vio. Tardé unos segundos en volver a mi misma y aparté la cabeza porque me daba vergüenza que me hubiese pillado mirándole.

-No te preocupes pequeño pajarito, no tengas vergüenza. Ven, acércate.

Miré a Ares para ver qué opinaba sobre aquello, no me acercaba a cualquiera de ellos por si me atacaban.

-No te preocupes, confía en él.

Asentí con la cabeza y fuimos hacia donde estaba Apolo aún tocando notas sueltas de su lira.

-¿Te gusta?
-Es muy bonito.
-Te la dedico, la acabo de componer. La llamaré Aria.
-¿Por qué ibas a hacer eso?

Apolo se acercó a mi y por alguna razón me puse nerviosa. Apolo era un dios realmente bello, no tanto como Afrodita pero su belleza era de otro mundo, además, sabía cómo cautivar a una mujer.

-Porque es tan hermosa como tú.

Tragué saliva al escuchar sus palabras hipnotizada con los rasgos tan perfectos de su cara. Ares fue a meterse en miedo cuando, de la nada, apareció Cupido pegándole en la pierna con una flecha.

-¡Aléjate de ella!

Apolo le miró sorprendido al ver que le estaba pegando pero no le hacía daño.

-¿Otra vez tú? Estás en todas partes niño. ¡Déjame ligar en paz!
-¡Eso nunca! Que si no me aburro. Pero te lo advierto, no uses tus trucos baratos con ella, ya tiene novio y ¡no va a caer en tus redes!

La Hija Del Caos: La Venganza A Los Dioses [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora