Capítulo 30: El Bebé Del Amor

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Agarraba la mano de Ares con fuerza, estaba muy nerviosa. Iba a entrar en un mundo totalmente desconocido, en un territorio en el que me consideraban enemiga.

Al terminar de subir los escalones encontramos una puerta enfrente de nosotros.

-¿Lista?
-Si. - dije intentando sonar convincente.

Ares abrió la puerta y nada más salir tuve que taparme los ojos ya que la luz nos bañaba con fuerza después de haber pasado por un pasillo oscuro.

Fui apartando mi mano y abriendo los ojos para ver lo espectacular que era el Olimpo. Era un palacio gigante bañado en oro flotando en las nubes.

Comencé a andar impactada por aquella belleza que parecía indescriptible. Esto era un paraíso, una casa flotante en las nubes.

-¿Te gusta? - preguntó Ares ilusionado al verme.
-¡Esto es precioso! - la casa de mi padre no es nada comparado con este sitio.

Y era verdad, pensaba que el palacio de mi padre, quitando las almas y el río Aqueronte, era increíble pero comparado con esto se quedaba corto.

Ares me agarró de la mano y tiró de mi para entrar en el palacio, recorríamos sus pasillos bañados en oro haciendo eco con nuestros pasos. Aquello estaba vacío, no había nadie.

-¿Dónde están tus hermanos Ares?
-Estarán en sus habitaciones o aún no habrán llegado. La reunión es mañana a primera hora.
-Vamos, que tengo que madrugar.
-Eso me parece.

Me llevó hasta una puerta gigante y la abrió dando paso a un enorme cuarto que podría ser la casa de mis padres entera. Había una cama gigante, un baño, un vestidor de ensueño y una mesa con bastante comida para picotear. Allí no había ventanas. La habitación estaba abierta sujeta por pilares de oro, comencé a andar hacia ellas viendo el sol esconderse entre las nubes. Aquello era un paraíso en el que me faltaba Aarón.

-Es la habitación de invitados, no suele venir nadie por lo que eres de las primeras en ocuparla.
-Qué privilegio- dije con ironía comiendo unas uvas de la mesa, unas uvas que sabían a gloria. Ares se rió al ver mi cara.
-Es comida de dioses, aquí todo sabe mejor.
-¿Y por qué te has quedado en la tierra teniendo esta comida aquí?

Apartó su mirada y nada más hacerlo me arrepentí de no haber pensando antes de hablar.

-Por ti Aria, por ti…

Tragué la uva casi sin masticarla, no sabía qué decir.

-Lo siento, yo…

Ares comenzó a andar hacia mi mientras que yo retrocedía hasta caerme a la cama. Me tumbó en ella mirándome a los ojos, mi corazón comenzó a latir demasiado rápido sin poder controlarlo. Apartó un mechón de mi pelo y lo puso detrás de mi oreja con delicadeza, después su mano comenzó a acariciar mi rostro hasta llegar a mi cuello. Miraba sus labios que eran una horrible tentación, quería besarlos y él tenía ganas de hacerlo con los míos. Se acercó a ellos acortando la distancia que nos separaba pero cuando los rozó aparté la cara.

Ares se mordió el labio, dio un golpe en la cama y se separó de mi sentándose al lado. No sabía qué decir o qué hacer, no le quería a él. Yo solo quería estar con mi payaso.

-Lo siento, no puedo hacerlo.

Ares negaba con la cabeza y me miró a los ojos llorando.

-No te preocupes, la culpa es mía por creer que podrías llegar a amarme.

Mi corazón se rompió en mil pedazos, sus palabras ardían, sentía que le había destrozado.

Me acerqué a él y le quité las lágrimas de los ojos.

La Hija Del Caos: La Venganza A Los Dioses [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora