Capítulo 3: El Chico De La Capucha

62 11 0
                                    

El despertador comenzó a sonar con fuerza en la habitación, el corazón se me paró al oírlo del susto que me dió. Lo apagué, volví a tumbarme en la cama y me llevé las manos a los ojos que ardían de cansancio, odiaba madrugar.

Estiré el brazo aún medio dormida acurrucándome entre las sábanas buscando a mi payaso, pero él no estaba.
Abrí los ojos y comencé a mirar a mi alrededor, no había nadie en mi cuarto.

Me volví a tumbar en la cama pensando que se habría ido con Tomás a recoger sus cosas y a prepararse para las clases. Se habría ido para no molestarme aunque me daba igual que lo hiciese. Me encantaba amanecer con él.

Estaba pensando en todo esto cuando oí un ruido en el baño y el niño de los ojos color café salió de él. Pasó una de sus manos por su pelo aún húmedo y con la otra se sujetaba una pequeña toalla que tenía atada a la cintura. Me mordí el labio al verle así, tan desnudito y solo para mí.

-Buenos días ángel.
-No me gusta despertar y que tú no estés.

Puse cara de cabreada, se subió encima de mi mojándome con su pelo y me dio un beso en los labios.

-No quería despertarte, odias madrugar.
-Pero más odio sentir que no estás.

Pasó su mano por mi mejilla acariciándola con cariño y ternura.

-Ya no tienes pesadillas.
-No, hace bastante que no me despierto por las noches y no sueño con nada malo. Duermo bien y feliz a tu lado.
-Me gusta esta paz que tienes, te la mereces.
-Después de mucho tiempo me siento feliz por fin.

Le di un beso en los labios y comencé a mirar sus ojitos color café. Estaba feliz de tenerle en mi vida.

Aarón comenzó a mirarme a los ojos, se le escapó una risa tonta y se apoyó en mi pecho.

-¿Qué te pasa? - pregunté acariciándole el pelo.
-Nada.
-No venga, di.

Volvió a mirarme intentando ocultar su vergüenza.

-Es sólo que me haces muy feliz Aria, y quiero tener este sentimiento para siempre. Me imaginaba una vida contigo. Viniendo tú hacia mi al altar vestida de blanco, comprando una casa y con dos niños pequeños corriendo por ahí mientras jugamos con ellos.
-¿Solo dos?
-Empezamos con dos y vamos viendo. Quiero un niño y una niña. Pensé en llamarlos Elisabeth y Eric.

Me mordí el labio con ternura y le acaricié la mejilla.

-Creo que son los mejores nombres que has podido pensar.
-Lo sé. Pero para eso todavía queda mucho. Ahora mismo solo quiero disfrutar de ti.
-Podríamos tener una mascota mientras tanto.
-¿Qué te gustaría tener? ¿Un perro?
-Mmm... No. Me gustaría tener un cerdito.

Aarón se levantó atónito y comenzó a reírse.

-¿Un cerdo?
-Si, de esos vietnamitas que son pequeñitos y adorables.

Aarón me miraba como si estuviese loca, pero eso le encantaba.

-Pues algún día tendremos que tener un cerdito. Si el ángel lo quiere no tendremos más remedio que adoptarlo.

Comencé a reírme como una tonta, hablábamos de planes de futuro soñando con que algún día todo se haría realidad, él y yo unidos para siempre.

-Si cerrases los ojos y pudieras teletransportarte a un lugar del mundo, ¿a dónde irías Aarón?
-A ningún sitio.

Le miré sorprendida.

-¿Qué dices? Como no vas a querer ir a ningún lado.
-¿Ahora mismo? No cambiaría por nada el estar aquí contigo, apoyado en tu pecho mientras me acaricias el pelo y te agarro el culo. Creo que este es mi paraíso.

La Hija Del Caos: La Venganza A Los Dioses [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora