Capítulo 24: El Cuento De Hades

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Jamás en mi vida me había sentido tan pequeñita como en ese momento. No solo estaba conociendo a mi padre, si no que estaba delante del mismísimo rey de los infiernos. El dios del inframundo.

Eché mi cabello hacia atrás y me crucé de brazos viendo como terminaba de bajar sus escaleras, ninguno había apartado la mirada del otro y Ares realmente estaba asustado, se lo notaba.

-Veo que ya has descubierto todo.-preguntó Hades en un tono frío y calculador.
-Todo no, si no no estaría aquí.

Hades asintió al escuchar mis palabras y se giró hacia Ares con mala cara, ya no se parecía al hombre bondadoso que había conocido en la biblioteca

-¿Se lo has contado tú?
-No exactamente, - dijo rascándose la nuca con nerviosismo-es complicado.

Ares se encogió de hombros, a pesar de ser el dios de la guerra también se sentía muy pequeño, era un intruso en la casa de Hades, este no era su territorio.

-Bajaste a matarla y no pudiste hacerlo, impediste que tus hermanos la mataran y ahora la traes a mi. Todo esto es porque te has enamorado de ella, ¿cierto?

Aparté la mirada de ellos haciendo como que no había escuchado aquello, pero claramente, lo había hecho. Ares hizo una mueca con la cara aguantando su rabia mientras que mi padre estaba realmente cabreado con él. Estaba claro que no aguantaba a ningún hijo de Zeus.

-Usted no sabe nada.
-Creo que sé más que tú
-¿Ah sí? Y eso por qué.

Ares comenzó a acercarse a Hades pero mi padre le puso la mano encima para impedírselo.

-Este no es tu territorio sobrinito, ten cuidado, el infierno es peligroso para un niño acostumbrado a los lujos como eres tú. Sé más porque siempre me lo cuestiono todo y no voy por impulsos creyendo que soy el más listo. Además, si no supiese nada, tú no estarías aquí.

Ares apartó la cabeza cabreado y me metí en medio de esa absurda conversación.

-Vale ya está bien, me da igual como os llevéis. He venido a hablar contigo yo, papá.

Mi padre asintió con la cabeza haciendo que la discusión con Ares se fuera de su mente, puso su mano sobre mi espalda sintiendo como un escalofrío recorría mi cuerpo, su mano estaba helada.

-¿Habéis comido?

Le miré sorprendida y busqué a Ares con la mirada para ver qué pensaba. Al ver que se encogía de hombros respondí con tranquilidad.

-No.
-Entonces vamos. Hablaremos comiendo.

Entramos en una sala gigante en la que había una mesa rectangular con un montón de comida en ella, desde frutas, carnes, pescados… hasta los postres más bonitos y exquisitos que había visto nunca.

Mientras yo alucinaba con todo Ares estaba tranquilo como si estuviese acostumbrado a todo eso, aunque claramente lo estaba, era un Olímpico.

-¿Vives solo? - pregunté con curiosidad.
-Con los sirvientes.
-¿Y para qué quieres tanta comida?
-He sentido como bajabas al infierno y he mandado preparar un poco de todo. No sabía lo que te gustaba.
-Claro, no me conoces.

Solté la pullita dejando que la cogiese, noté que le había dolido aunque no dijo nada al respecto.

Mi padre me sentó en una silla poniéndose enfrente mientras que Ares se acomodaba a mi lado. Hades miraba amenazante a mi acompañante, creo que no le gustaba demasiado que un Olímpico estuviese tan cerca de su hija.

-¿Podrías apartarte un poco de ella?

Ares resopló y se apartó un milímetro de mi. Algo que no le pareció suficiente a mi padre.

La Hija Del Caos: La Venganza A Los Dioses [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora