La Esposa de Drácula |

XXXI

— es tan hermosa— dijo mi tío cargando a la bebé.

—  salio al abuelo—  dijo William señalándose.

—  lo sé, tiene nuestros ojos—  sin embargo mi tío Harry estaba orgulloso que la niña tuviera el color de sus ojos.

—  aquí hay más chocolate— dije dejando tazas en la pequeña mesa.

—  Drácula, pon más leña en la chimenea—  pidió Santiago.

Volví a la cocina a ayudar a Hada.

—  ¿ya está?— pregunte al verla sacar el pavo del horno.

—  si, huele riquísimo—  dijo ella feliz.

— es verdad.  

— ¿ya estas menos enojada?— preguntó ella.

—  bueno, al menos él ya sabe que estoy enojada.

—  como no, la manera en la que lo ignoras nos dejo a todos en claro de que estás enojada con él, será mejor que hablen...

— lo sé...

Salí de la cocina y luego de la casa para observarlo quitar la lona y tomar los trozos de leña que estaban en el pórtico.

—  Drácula—  lo llame.

Él se giro y dejo la leña.

—  ¿ya no me ignoraras?— preguntó sonriendo.

—  ¿ya me dejaras de ocultar cosas?— su rostro cambio.

—  ¿que te dijo?

—  ¿desde hace cuanto la vez?

Las preguntas eran respondidas por más preguntas.

— Me la encontré hace una semana, Lizzy ha compartido información conmigo.

—  Lizzy... Le gustas a Lizzy—  lance.

—  lo sé.

—  y aun así sigues viéndola.

— Jane. ¿No confías en mí?— sus manos rodearon mi cintura atrayéndome a su pecho.

—  confió en ti pero en ella jamás, me odia—  aclare.

—  y a mí no— dijo divertido.

—  a ti te adora, Drácula... No quiero que pase lo qu-

—  es mi sobrina.

—  ¿ah?— pregunte confundida.

—  Lizzy es mi familia, soy su tío.

—  estas jugando...— dije en susurro.

—  ven—  Drácula me sentó en la grada de la entrada y tomo mi mano.