Tres almas huyen del pasado para vivir, para no morir.
Sus almas reencarnar volviendo a encontrarse, la tragedia no los deja y el amor que ambos se tienen tampoco, el pasado ataca de la manera más cruel buscando acabar con sus almas y con sus seres...
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— ¡HIJO!— los gritos desgarradores de una madre.
— Mujer basta...— los intentos de fortaleza de la cabeza de la familia, porque sin esa parte... Toda la familia Briggs caería en pedazos por su sufrimiento.
Mi vista estaba clavada en su tumba... En estos momentos no me asustaría verlo salir, solo quería que volviera...
Gadiel apretó más fuerte mi mano, estaba aquí dándome apoyo pero lo único que quería era cerrar los ojos, cerrarlos y no despertar jamás, ver a mis amigos morir me estaba matando más de lo que creía.
Sentí un leve mareo y cuando pensé que iba a caer Gadiel me sostuvo manteniéndome de pie.
— Deberíamos ir a casa...— murmuro en mi oído.
— no— dije con mis pies firmes en el suelo, pase mi mano por mi rostro apartando cualquier lágrima y cansancio que tuviera.
— no quiero que te lastimes, no has comido Jane y tus mareos están siendo más frecuentes.
— no te preocupes por mí...
Empezaron a tirar sus rosas y la tierra, cada persona se iba y la madre de Darios cayo, su esposo logro sostenerla mientras se iba con ella.
A pesar de ser su padrastro a él también le dolió la muerte de su hijo.
— ¡Darios! ¡hijo!— el cuerpo de Darios estaba siendo entregando a sus padres, los gritos del comisario solo lograron destrozarme más.—quien te hizo esto...— lloro en el cuerpo de su hijo
—fue él...— susurre llamando la atención del comisario, Gadiel se aparto dándonos nuestro espacio.
Amplio los ojos sorprendido y luego volvió a su hijo.
— lo matare, te juro que matare a ese bastardo... Te lo juro, hijo...
— ve al auto, iré enseguida...— dije a Gadiel, él asintió dudoso mientras yo me acercaba a Andrew.
Nathaly estaba cerca de él apoyándolo, era su novia y me alegraba saber que tenia a alguien, Nathaly al verme se aparto.
— Lo lamento...— dije a Andrew. Él se giro para verme, su mirada hacia mí no había cambiado.
— ¿que lamentas? ¿la muerte de la chica o la de mi hermano?— trague fuerte.
— no pude proteger-
— pero él a ti si, siempre. Dio su vida por ti.
— ¡y yo te juro que esto no se quedara así...!— apreté los pétalos de la rosa.
— ¿mataras de nuevo...?— sin dudarlo enfrente su mirada.
