Eres otra, cambiaste. Tus labios ya no son labios sino una canción de piano, suave, de amor humano. Ahora eres un suspiro profundo cuando mi iris se pierde en tu angelical presencia, se prende en llamas y así apagas mis fobias y me llamas a ser libre de tu mano. Tu piel cambió y ya no es pétalo ni rosa, ahora huele a delirio, a locura, a utopía... ahora huele a cielo y susurro sollozado. Cambiaste y no hay metáfora ni paréntesis que le pueda hacer a tu perfección. Ya no tengo preludios para escribirte porque aquí estás, automática; escribiéndote tú misma con un solo pulgar y una mirada enamorada, una respiración sedada por tu inalcanzable ser. Oh, Dios... ¿tus piernas? Tus piernas no cambiaron pero a mí sí me cambiaron. Ya no eres poesía, ahora inspiras poesía, ahora inspiras vida, ahora inspiras una eternidad a tu lado. ¡Es que mírame! Aquí estoy postrado y sordo y huérfano cuando me hundo en los confines de tu alma. Cambiaste de beso poca cosa en la boca a quinientos en la mejilla. Ya no hay... ya no... no tengo razones para dejar de caminarte, escalarte y hablar contigo, o hablar sin ti, pero de ti, y decirle al suelo o al espejo que reflejas más de ti, porque tú... tú ya no eres tú, dejaste de ser un recuerdo extrañado y empezaste a ser una mano con la qué caminar. Yo no sé, amada, si tu cuello me recuerde pero, aquí estaré, rozándolo con estas gastadas palmas y media tonelada de ilusiones.

ESTÁS LEYENDO
Musa, beso y teclas.
PoetryRecopilación de una serie de poemas de verso libre inspirados en la locura y calma de ella, en su ser, en ella misma, en su cielo y en su averno.