Musa, beso y teclas.

Musa mía.

Que venga tu esencia. Bendito tu cuerpo y el anhelo de mis ojos por tu ser. Felices sean los imponentes arrebatos de nocturnidad enrredados en besos, sabores vainilla; sabores poesía. Es que me eleva y grita el poderío de tu cuello sobre mis ansias. Musa mía, mi perfecta musa, delirio, locura mía... ámame y suelta las cadenas que hacen que sucumba ante esta realidad. Te amo, lienzo mío... pintaré óleos y sueños con besos tiranos que gobiernen sobre tu piel. Mi corazón te espera, espera tu alma y al monumento prematuro que le hago a tu silueta sin aún verla. Das vida y estruendos a mis sentimientos con el cálido balanceo de tus caderas. Mi amor, ten piedad, no retrases más el sonido de tu voz quebrantándose en frente de la apoplejía que causa el cercano amor entre tu piel y la mía. Te encuentro eterna cada día en mis letras, en el cielo, en la madrugada y en mis suspiros. Vienes y desplomas sobre mí esta carga que ambos llamamos amor, deseo y gloria. Tu respirar... tu rápido respirar entumece a mis pesadillas de abandono y soledad. Me aperplejas sin demora siempre y cuando te escuche hablar. Eres, por poco, mi destrucción. Tienes en tus manos, más bien en ti, lo que me podría desaparecer... tu ausencia. No me abandones, me destruirías. Destrurías el amor escaso que brindan los locos por la vida y con orgullo te digo que nadie ama más que un desquisiado.