16.Braulio

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Adam

La vida no es un mundo de maravillas mucho menos un lugar feliz donde puedes contemplar las mejores escenas de tu vida, es toda una vil mentira. El abuelo me decía que hay personas que pueden llegar a ser las mejores, pero al final son seres humanos y como siempre terminan cagándola. Recién ahora lo entiendo justo en el momento en que me di cuenta de lo que había hecho. La dejé como si no me importará que sentía o como estaba, simplemente no me importaron sus razones, ni sus lágrimas ni mucho menos haberla lastimado físicamente. Estaba tan cegado por la rabia que no medí la presión que tenían mis manos en sus brazos. Ha de estar odiándome en este momento, maldiciendo sé ella misma por haberse declarado justo en el peor instante del mundo.

La sangre me hierve y mis manos tiemblan recordando las escenas que tuvimos afuera. Me siento anonadado por aquellas palabras que recorren mi mente «Soy capaz de dejarte sola en medio de la carretera»

Tu y yo sabemos que no serías capaz de dejarla ahí con frío y mucho menos con el corazón destrozado.

Odio que mi conciencia tenga razón, odio que sepa todas mis debilidades y que saque provecho de ello para tomarme justo en el momento menos indicado.

—Señor, aquí están sus órdenes —el camarero se acerca a dejarme las bebidas en una bolsa de papel color marrón.

Me apresuro a tomarlas‒es todo, gracias —salgo de aquel restaurante con las bolsas en la mano.

Llego al auto con el corazón en la mano. Rogando que Maya se encuentre dentro.

La cagaste, enserio crees que ella te estará esperando.

Entro y la veo ahí mirando a la nada, con sus botines a un lado, sus pies cruzados sobre el asiento, sus manos encima de ellas y su cara áspera debido a las lágrimas.

Sus ojos reflejan dolor, decepción. Sus brazos están rojos, mierda, es mi culpa, la dañe de la peor forma.

He cruzado la línea, ella se ve indefensa. Sus labios están rojos, de repente por mi mente pasa la loca idea de probarlos.

Meneo la cabeza en señal de No —Te traje tu Café—se lo entrego de manera amable. Espero que su reacción sea agresiva o violenta, pero no, ella no me dice nada solo lo toma y se recuesta en el vidrio de la ventana a beber.

¿Porque es así? Debería odiarme por haberle hecho eso, debería golpearme hasta matarme. No lo hace ¿Porque demonios no lo hace?

Mi alma me traiciona y dejando mi orgullo atrás le digo:

—Lo siento—

La dejo sorprendida, inesperadas palabras de mi parte. Y otra vez ese irritante pitido consume mi cerebro.

—Esto ya es costumbre—baja la mirada.

¿Porque me duele tanto? ¿Porque me cuesta dejar de sentirme culpable? ¿Porque con ella? Maldita sea.

Genial, más preguntas que agregar a la lista de dudas que tengo.

No puedo ni voltear la mirada, solo pongo mis manos al volante y me concentro en el camino, es lo último de todo esto.

En la radio solo hay publicidad. Presiono el botón de apagado. Nada de melodías que arreglen el momento por ahora.

Maya:

Concurre media hora y ya estamos frente a la casa de Braulio, Adam ha tocado el claxon una cinco veces y no obtiene respuestas.

Hasta que por fin a la sexta abre una chica esbelta, cabello rubio, con un vestido liso que les queda a dos dedos antes de la rodilla y con una sonrisa divertida. No la conozco, pero ya me cae bien.

Hasta EncontrarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora