-Para el coche. -jadeó Nara a mi lado, aferrándose a su asiento con las uñas. -¡Paralo, Kaleb!
Ignoré sus molestos gritos haciéndome el tonto, antes de girar el volante a la derecha para tomar una curva. Tal vez no tuviese ese certificado que los humanos obtenían por hacer una especie de cursillo, pero había visto a muchos conductores desde que estaba en la Tierra y eso me daba unas nociones básicas de cómo actuar.
-¿Qué? -inquirí fingiendo desconcierto y ganándome una mirada reprochante por parte de mi humana.
-No tienes ni idea de conducir. -me espetó.
Observé por el espejo retrovisor como el cuerpo de Billy se balanceaba un poco para luego volver la vista al frente.
-Tú tampoco. -contesté con desdén.
Nos estábamos alejando del centro, y en las afueras no había tanto tráfico, a excepción de algunos camiones con carga pesada que por alguna razón inquietaban a Nara en demasía.
Cuando uno de estos vehículos apareció en mi camino, Nara me agarró del brazo, obligándome a girar en la dirección contraria.
-¡Vas a matarnos! -gritó histérica.
Negué con la cabeza, casi de manera automática.
-Exageras. -le revatí, viendo en la distancia el basurero de la ciudad. Me metí en el recinto y apagué el coche. -Ya hemos llegado.
Nara echó un vistazo antes de taparse los ojos con las manos en un gesto desolado.
-Mierda... -murmuró. -No irás a dejarlo aquí, ¿verdad?
Los zafiros que tenía por ojos me repasaron el rostro, posiblemente buscando algo de cordura en mi ser.
Y a decir verdad la tenía.
Solo quería ser justo con la situación.
-Había pensado también en tirarlo al mar. -confesé, revelando le mi primera opción y ganándome una mirada inquisitiva. -Hoy me siento benévolo. -añadí de manera irónica.
Nara se echó el cabello todavía húmedo hacia atrás. Parecía estresada e incluso a esas alturas algo desorientada.
-Benévolo... -repitió para si misma. -No ha sido para tanto, no me ha hecho daño. -me explicó cómo si fuese solo un crío que no tenía criterio para valorar la situación. -No tienes que hacerle nada.
Me mordí el labio inferior con fuerza.
-Pero podría haberlo hecho. -resolví.
Nara miró una vez por la ventana antes de volverse hacia mi nuevamente.
-Pero no lo ha hecho. -contestó.
Algo se me revolvió en el estómago y no era por el olor del vertedero, por increíble que pareciese.
-¿Por qué lo defiendes? -socavé algo más a la defensiva.
Mi humana tiró del filo de su sudadera hacia abajo, habíamos salido tan rápido que ni siquiera le había dejado tiempo para cambiarse.
-Solo me ha hecho sentir incómoda, no creo que esto esté bien. -comentó, y luego miró hacia atrás, hacia Billy, con una mueca de disconformidad y culpa. -Además, es el novio de mi madre.
Definitivamente Nara era estúpida o fingía serlo, no quería entrar en detalles ni sacarle el tema, pero era obvio que de no estar allí en ese momento las cosas hubiesen pasado a mayores y terminado con un final aún más desagradable.
-Si, eso solo lo hace peor... -mencioné y al ver su rostro nervioso, añadí. -Quédate en el coche si quieres, yo tengo que hacer mi trabajo.
Abrí la puerta y al salir la oí murmurar:
ESTÁS LEYENDO
La Humana y el Demonio || Lara Sanz || •sweet•fantasy•
FantasyNara Spinster lleva siendo acosada en sueños más de tres años por una sombra que a su vez, la persigue cuando está despierta. En las últimas semanas descubre que la están siguiendo y más intrigada por los sucesos, decide tomar cartas en el asunto y...