CAPÍTULO 7

7 1 0
                                    

Kaleb

No era fácil cuidar de una humana.

La especie era torpe y estaban destinados al fracaso de por sí, como ya habían demostrado en varias ocasiones a lo largo de la historia.

Nara no se salía en este sentido del molde, no sabía cómo lidiar con su día a día y mucho menos como resolver sus problemas.

Anteponía las emociones y sentimientos del resto a las suyas propias y sabía que tarde o temprano eso la destruiría.

Aunque prefería no darle demasiadas vueltas.

Will tocaba el domingo en otro garito cutre de Brooklyn y muy a mi pesar tenía que acompañar a Nara.

Odiaba a ese adolescente con énfasis, odiaba su actitud como si fuese el centro del universo, odiaba su grupo de música y sus horribles canciones constituidas de quejidos y alaridos que amenazaban con dejarme sordo.

Pero sobre todo lo que más odiaba era su relación con Nara.

Me incomodaba y me hacía sentir raro y molesto, aunque no sabía exactamente porque.

Quería que Will se alejase de ella.

Su presencia interrumpió mi rutina.

La mayoría del tiempo ya no éramos Nara y yo. Sino ella, Will y yo.

Sabía que mí humana estaba con ese inútil porque él se lo había pedido y tras ser amigos durante largo tiempo le daba miedo que al rechazarlo, perdiese su amistad.

¿Pero cuan valiosa era esta?

Desde que había entrado en su vida, lo había visto venir, pero solo lo tomaba como otro idiota que quería acostarse con Nara, no como un novio en potencia.

Nara era guapa y enigmática, así que era lógico que en algún punto tuviese pareja, si no la había tenido antes era por el despiste y aislamiento mental en el que vivía.

¿Pero Will?

En ese momento giré la cabeza a un lado, la actuación había acabado y el grupo recogía sus instrumentos y cachivaches para llevarlos a su furgoneta, mientras Will y Nara estaban acaramelados en una esquina de la sala, comiéndose la boca.

Al ver como las manos del chico bajaban súbitamente a la parte más baja de su espalda carraspee.

-Tienes que irte. -alegué.

Nara lanzó un suspiro pesado y supe que era por mi comentario. Sujetando con una mano la cabeza de ese tío, giró el cuello en mi dirección, sus ojos azules eléctricos me miraron con pesadez y reproche, al mismo tiempo que con los labios hinchados y brillantes por el beso me deletreaba que esperase antes de volverse para continuar besando a ese capullo. Sus brazos rodearon su cuello y el otro hizo un ruido patético y desagradable por la excitación.

-Vamos a mi casa... -comenzó a decir con una evidente emoción en la voz.

Ella negó con la cabeza automáticamente, ladeándose con una sonrisa forzada.

Sabía que solo estaba actuando tan cariñosa para tratar de arreglar del todo el pequeño bache de la semana, pero eso no hacia que me sintiese menos molesto.

-Sabes que tengo que ir a casa de mi madre. -murmuró, arreglándose el pelo negro con las manos y agarrando el filo de su vestido para bajarlo un poco.

La Humana y el Demonio || Lara Sanz || •sweet•fantasy•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora