CAPÍTULO 14

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Kaleb

Pasé las manos por mi rostro antes de volver a observar mi reflejo en el espejo.

Estaba demasiado eufórico para analizar la situación con perspectiva o mínimamente un poco de realismo.

Sabía que no debería de haberla besado en ningún momento pero ya no podía sopesar por más tiempo la agonía de contenerme.

Y en cierta medida había merecido la pena.

Tal vez solo fuese porque hacía décadas que no besaba a nadie, pero sus labios me habían parecido tan magníficos, el momento tan memorable que dudaba de verdad poder llegar a olvidar ese instante nunca.

Trataba de recopilar en mi mente de manera correcta todo lo que quería decirle a Nara, la forma en la que quería decirlo y a imaginar escenarios hipotéticos en los cuales las cosas se desenvolvían de distintas formas.

Por poco que me gustase debía empezar hablándole de lo raro que me sentía, de que la atracción iba más allá de lo físico y tal vez incluso confesarle que a pesar de no haber sentido amor nunca antes creía que lo que sentía por ella estaba relacionado directamente con ese sentimiento.

Aunque no pensaba que tuviese que arrastrarme de ese modo.

Por alguna razón me sentía estúpido y hasta cierto punto enajenado, el cuerpo me fallaba de vez en cuando y mi mente no me permitía centrarme en otra cosa que no fuese Nara, en lo guapa que estaba esa noche, en su forma de mirarme antes de irme...

Dios, ¿qué me estaba pasando?

A pesar de sentir repulsión hacia mi propia actitud y como ya esperaba, mi entusiasmo era muy superior a cualquier otra cosa.

El sitio era mejor de lo que esperaba, no era uno de esos antros en los que acostumbraba a tocar Will, sino un sitio que aunque juvenil no dejaba de ser elegante, el baño estaba limpio y decorado de manera acertada, al igual que el resto del establecimiento.

No había pasado por alto la forma en la que Riley se había acercado a mi mientras me dirigía al servicio, bailando y tratando de que me uniese a ella.

Sabía que le gustaba, y no la culpaba por ello, mi físico y mi forma de actuar con la mayor parte del entorno de Nara era sobresaliente y junto a mi aura de misterio, deseable.

La chica me caía bien, me había dado cuenta de que también se preocupaba por Nara, no al mismo grado que su padre o yo pero algo era algo, y se agradecía.

Era por esto mismo que detestaba el hecho de que me dedicase miraditas y ese tipo de cosas, quería que fuésemos amigos, amigos de verdad, y con sus hormonas revueltas dudaba que pudiese ser posible.

Miré el reloj de la pared y comprobé que ya habían pasado ocho minutos.

Dos más y por fin sabría de que quería hablar Nara con ese capullo que debía de ser tan privado.

Mi subconsciente no dejaba de decirme que no debería de haberla dejado sola, pero no me importaba ceder un poco respecto a dejarle algo de tiempo con Will.

Al fin y al cabo su relación iba a terminar esa misma noche.

Lo del beso se me escaparía de forma "casual" y así mataría dos pájaros de un tiro, librándome de ese insecto pesado para siempre.

Nara iba a enfadarse, pero, ¿qué más daba?

Ya me preocuparía más tarde de que me perdonase.

Volví a mirarme en el espejo, y metí mis manos bajo el grifo para después volver a pasármelas por el pelo, mientras seguía mentalizándome acerca de volver a ver a Nara.

La Humana y el Demonio || Lara Sanz || •sweet•fantasy•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora