CAPÍTULO 13

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Nara

Para mi suerte o desgracia, el finde de la fiesta debía de pasarlo en casa de mi madre. Así que el viernes hice la maleta, me despedí de mi padre en la entrada de aquellos pisos jocosos y entré en el edificio.

Por alguna razón que no llegaba a comprender del todo, que Kaleb me acompañara todas partes no parecía incomodar a mi padre, sino que al contrario, le gustaba.

Siempre había sido protector respecto a los chicos que se me acercaban, a Will por ejemplo no lo soportaba.

Supongo que vería en Kaleb buenas intenciones o algo así.

Me gustaría haber visto la cara de mi padre si supiese que aquel chico tan amable y divertido era un demonio.

Kaleb me dejó cargar con las maletas hasta la entrada, siguiéndome desde atrás en las escaleras, muy próximo.

Después de disculparme por mi actitud infantil respecto a lo de la fiesta, ambos habíamos adquirido un grado más de confianza.

No sabía cuanto significaba ese grado, pero ahí estaba.

Entre ambos.

Kaleb se me adelantó para tocar al timbre.

Mi madre abrió la puerta con un cigarrillo en la mano y su mirada pronto recayó sobre el chico.

-Creía que tú novio era el de los pelos de colores. -se limitó a decir, escaneando lo un par de veces de arriba a bajo.

Relajé los hombros, aferrándome al manillar de mis maletas.

-Y lo es. Este es Kaleb, un compañero del instituto. -refuté.

Etta dió otra calada y soltó el aire le lentamente, sin dejar de mirar al demonio.

-¿Y qué pinta en mi casa? -inquirió en un tono más hostil y que me dieron ganas de marcharme.

-Vale, si, es mi novio. -resolví de manera más sensata, evitando fijar mi vista en Kaleb bajo ningún concepto. -¿Puedes dejarnos pasar ya?

Ella se ladeó, abriéndonos el paso.

Ambos entramos y apresuré el paso al ver por el rabillo del ojo a Billy, el cual estaba en calzoncillos en el sofá, con los pies sobre la mesa.

-Bienvenido a la familia, muchacho. -dijo mi madre y haciendo una mueca extrañada, agregó: -¿No habla?

Me mordí el labio inferior.

-No mucho. -revelé al comprobar que Kaleb no parecía tan dispuesto a socializar como en otras ocasiones.

-Es mejor así en la cama. -agregó Etta, como si alguien le hubiese pedido aquella información tan fuera de lugar.

Al pasar frente a Billy, me aferré a la manga de Kaleb y traté de ir todo lo más rápido posible para llegar a mi habitación en vano.

-Eh, ¡eh! -habló el hombre, rascándose la barba. -¿No vas a saludar a tu padrastro?

Me detuve entonces y conmigo Kaleb.

La Humana y el Demonio || Lara Sanz || •sweet•fantasy•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora