Nara
Miré a mi padre con los ojos muy abiertos, no esperaba que llegase de ninguna manera y cuando comprobé que observaba el lugar donde estaba Kaleb, supe que lo estaba viendo.
Me puse en pie con rapidez y luego acudí junto a él.
-Hola. -lo saludé con una sonrisa cercana que logró que frunciese aún más el ceño, por el rabillo del ojo atisvé como el chico se colocaba la camiseta.
-Hola. -repitió él, alzando algo más el tono, para que Kaleb pudiese oírlo.
Eché otro vistazo en su dirección, el demonio estaba en pie y había creado una sonrisa amable para Arthur, lo cual me permitió respirar tranquila.
Había insinuado matar a mi madre, así que el hecho de que tratase a mi padre con respeto y educación era crucial para mi.
-Hola, señor Spinster. -dijo Kaleb, aproximándose a la escena y tendiéndole la mano.
Mi padre la observó algo dudoso por unos segundos antes de aceptarla.
-¿Quién eres y qué haces en mi casa? -preguntó, en un tono tenso pero ameno al mismo tiempo, como si quisiera que la situación fuese lo menos incómoda posible para ambos.
Abrí la boca para intervenir, pero el chico se me adelantó.
-Kaleb, es un placer. -se presentó, con una sonrisa todavía más encantadora en la boca. -Soy nuevo en el instituto. La profesora ha obligado a su hija a ponerse conmigo para los siguientes trabajos del curso, así que nos veremos más a menudo. -hizo una leve pausa y sus ojos volvieron a mi, su rostro tan afable y carismático me hizo sentir una punzada de envidia en el pecho. ¿Por qué no se había esforzado ni siquiera un poco en ser tan agradable conmigo? -Para su desgracia.
Cuando reaccioné a lo que acababa de decir, protesté, había notado su sutil doble sentido en aquello, y había comprendido que se refería a nuestra rara relación con ese comentario.
-No es una desgracia para mi. -intenté explicarme. -Es decir...
-Puedes llamarme Arthur. -me interrumpió mi padre, con una mueca del mismo modo agradable. -Disculpa a mi hija, lleva demasiado tiempo quedando con un chico que intenta lavarle el cerebro.
-¡Papá! -grité avergonzada.
Tanto Kaleb como Arthur se rieron con una complicidad que me puso aún más roja.
-Tengo constancia. -se jactó el chico, pasándose la lengua por el labio superior, sin alejar sus ojos de mi.
Aún recordaba nuestra anterior cercanía, su mirada esmeralda y característica escrutándome de manera íntimamente cercana.
-¿Tú madre sabe que estás aquí? -interrogó mi padre, logrando que el pequeño vínculo de miradas entre Kaleb y yo se esfumase.
-No ella... -comencé a decir. -Está trabajando, hemos pasado para recoger unas cosas, pero ya nos íbamos. -añadí señalando la puerta con apremio.
Ambos me ignoraron.
-He visto el coche fuera, ¿sabes conducir, chico? -preguntó mi padre con interés.
-Si, si, me encanta el mundo de los coches. -dijo Kaleb con calma.
¿Cómo podía mentir tan bien?
-¿De verdad? ¡A mi también! ¿Cuál es tu modelo favorito? -expresó mi padre, sin esforzarse en contener su emoción.
Ese era el momento en el que la mentira de Kaleb desfallecería.
Agarré al chico del brazo e hice ademán de llevarlo conmigo.
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La Humana y el Demonio || Lara Sanz || •sweet•fantasy•
FantasyNara Spinster lleva siendo acosada en sueños más de tres años por una sombra que a su vez, la persigue cuando está despierta. En las últimas semanas descubre que la están siguiendo y más intrigada por los sucesos, decide tomar cartas en el asunto y...