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Emilia dormía profundamente en las piernas de Yess, mientras nosotros les contábamos los pormenores del viaje de regreso a nuestros anfitriones.

Fue fácil convencer a Lili y Julio con respecto a la niña; tal vez por la situación traumática que había vivido, o porque necesitaban una razón para continuar existiendo.

Después de comer algo, Yess y Diego se recostaron junto a la pequeña como ya era su costumbre, "uno se acostumbra rápido a dar y recibir afecto sin demasiados prejuicios en situaciones como ésta", los demás se quedaron hablando, contando historias que no me interesaban, así que salí un rato y me senté al calor del fogón más cercano a la puerta.

No sé si lo que sentía era tristeza, dolor o enojo por la actitud de Tadeo, después de aquel primer abrazo, solo se limitó a involucrarse en las conversaciones concernientes a Emilia. Me sentía ignorada... si, esa es la palabra: ignorada... y decepcionada, ahora que lo pienso a la distancia, me molestaba estar siendo ignorada, después de caminar tres días en sentido contrario a Ronnie, con la esperanza de verlo, Tadeo me ignoraba.

"¡Qué idiota soy! ¿Cómo se me ocurrió pensar que por un momento podría siquiera fijarse en mí?"

Escuchaba la guitarra, y mi canción... la de Ronnie; escuchaba las voces de Elena y Lili que parloteaban como cotorras y me alteraba la falta de silencio.

Después de mirar las estrellas sin la menor posibilidad de tranquilizarme, recordé mi diario, quise escribir, contarle mi frustración, del cansancio del viaje; no quería decir inútil, porque al fin y al cabo lo habíamos hecho por Emilia... pero a mis intereses solo les dio un cachetazo desalentador.

Julio y Claudio dormían en sus lugares; las chicas continuaban conversando:

-¿Por qué no duermen? –Les dije sin mostrar demasiado interés en la respuesta. –Mañana tenemos que irnos.

-Sí. –Contestó Elena. –Sería bueno que siguieras tu consejo. ¿Te pasa algo?

-No, nada ¿Por qué debería pasarme algo a mí?

Salí con mi mochila al hombro, con aire de superación y una humedad incontenible en los ojos. Afuera, sentada con las piernas cruzadas me sequé las lágrimas; a la escasa luz y con la vista nublada sería imposible leer o escribir, pero saqué mi cuaderno y bolígrafo, revisé la tinta como cada vez, pero al abrir el diario, una furia incontenible se me desató dentro; unos papeles desconocidos que no reparé en revisar se cayeron al abrir la tapa...

-¡¿Quién revisó mi diario?! –Grité ciega de bronca entrando.

Lili se quedó estupefacta ante mi actitud y preguntó:

-¿Llevas un diario?

-¿Cómo que revisamos tu diario? –Preguntó Elena extrañada. –Sabes que ninguno de nosotros haría eso, Mo.

-¡Sí!!¡Alguien metió papeles en mi diario!

Tadeo levantó la mirada de la guitarra y me preguntó con su característica calma:

-¿Te has detenido mirar esos papeles?

-¡Maldito desgraciado, fuiste tú! – Grité caminando hacia él con la furia en el rostro y los puños cerrados. -¿Qué hacías revisando mi diario?

Se levantó de su improvisada cama y me tomó por el brazo sacándome de la casa casi por la fuerza.

Ya a solas aflojó mi hombro y me quité su mano con un movimiento intenso y lo miré evitando sus ojos, pero con mucho odio.

-¡Abriste mi diario! – Le grité

-Sí.

-¡No tienes derecho! ¡Es privado!

Voy a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora