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El campamento no era demasiado grande, y la gente no era mucha aunque para mi sorpresa era más de la que esperaba.

Elena fue atendida por médicos sin fronteras; el hospital de campaña era un verdadero caos y la falta de suministros y la escases de alimentos era como en el pasado lo habían sido en las zonas y países del tercer mundo... pues aquí estaba yo, en el nuevo tercer mundo. Mis amigos estaban conmigo, y en un estado deplorable: Claudio no se apartaba de la cama de Elena ni un instante, ella estaba muy débil, tanto que no había enfermero que se explicara cómo había llegado hasta allí.

Las noches fueron eternas. Dormí abrazada a mi mochila todo el tiempo; solo tenía un diario, un bolígrafo con la tinta escasa y una carta que no quería leer.

No hablaba...

Una enfermera me dio ropa limpia y me apartó un cuarto con un recipiente con agua y un poco de jabón desinfectante... fue la mejor parte de esos días. Luego cuidé a mi amiga un buen rato mientras su esposo se aseaba.

-¿Estás bien, More? –Hablaba con dificultad. –Perdona por no preguntar antes. Siempre doy por hecho que eres la fuerte.

-Si Elena, estoy bien. –Respondí evitando la lágrima que luchaba por escapar. –Descansa un poco.

-Lo hiciste amiga. –Me dijo. –Ya estás aquí.

-Lo hicimos. –Corregí. –Pero aún no he llegado.

-Lo sé. Perdón por dudar de tu amor. –Lloraba Elena respirando entrecortado. –Admiro tu valor y la fortaleza que ese amor te ha dado todo este tiempo para seguir. Nosotros no hubiéramos podido sin ti.

-No digas esas cosas mi reina. Yo nunca hubiera podido llegar aquí sin ustedes.

-Te quiero...

-Y yo a ti...

Claudio volvió de su merecido baño y se sentó a los pies de la cama, tomó nuestras manos entre las suyas y preguntó:

-¿Qué haremos ahora?

-Ustedes nada Claudio. –Dije. –Yo seguiré sola. Elena no está bien y no puedo pedirles más.

Pensé mucho mientras el resto dormía... me senté a la luz de las estrellas. Un grupo de personas alrededor de una fogata hacían un ritual de oración y alguien se acercó a invitarme, pero lo rechacé amablemente. Solo quería una respuesta a mis dudas, a mi angustia, a mis miedos; pero la solución no caería del cielo; uno de los mayores milagros se estaba produciendo frente a mis ojos y yo no podía notarlo porque la incertidumbre del futuro me invadía como si se hubiera apagado la luz que me había guiado hasta allí. Entonces, mirando a esas personas orar pensé en Tadeo, en Ronnie... pero no fue suficiente. Lloré con la frente apoyada en las rodillas sin atreverme a pedirle al Creador lo que no le pedí en muchos años. Siempre creí en mi voluntad, en que el amor era suficiente, pero el amor era confuso ahora. El amor me había dejado sola sin dar explicaciones. El amor no sabía que yo estaba buscándolo. El amor me estaba haciendo dudar.

"Un poco más de fuerzas, por favor... No puedo rendirme ahora..."

La carta dentro de mi diario pedía a gritos ser abierta y mi orgullo se negaba a acceder a su demanda. La tomé. Leí mi nombre en letras mayúsculas negras. Sonreí sin darme cuenta y besé el papel. "Aun no me has dejado, ojos tiernos..."

"No sé qué hago escribiéndote, simplemente siento la necesidad de decirte algo... he roto ya tres papeles así que evitaré releer esta, para no empezar de nuevo.

TE AMO. O es la soledad y la tragedia lo que me impulsa, pero creo que no soy capaz de guardar para mí lo que estoy sintiendo.

Sé que hay algo más importante que espera por ti allí donde sea que vas y no quiero ser un estorbo, y tampoco desviarte del camino. Pero debes saber que cuando todo acabe yo seguiré aquí (aunque no creo que quieras regresar a este basurero)

Voy a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora