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Dos semanas más de reposo y medicación me valió y terapia con un psicólogo que venía dos veces en la semana, y se dormía cuarenta y cinco minutos sentado en la silla al lado de mi cama mientras yo desahogaba con mi diario la bronca de aquel desmayo inoportuno e inevitable.

"3 de enero

Querido diario:

No quiero decirle al señor Michael que este hombre duerme durante las sesiones, me parece un abuso de su parte aunque no tengo la menor idea de cuánto está cobrando por un trabajo que no hace. Lo cierto es que me hace un favor... Ese monstruo mal nacido y mis emociones que no ayudan: Me desmayé otra vez... en la consulta del control... cuando me iban a bajar la medicación... mala señal...

Dicen que evoluciono con normalidad; ufff, qué alivio. Patético que me castiguen por sufrir un desmayo y me nieguen lo prometido; y no puedo renegar de las injusticias, porque esa gente de verdad me asusta, me rindo, no me atrevo a contradecirlos.

Extraño a todos querido diario, y quiero continuar. Me siento triste y cansada todo el tiempo, esta no soy yo, no me reconozco; estos temores extraños, el dolor emocional... estoy experimentando tristezas que no conocía... Vivía sola; puedo recordarlo, pero nunca sufrí la soledad. Y me siento mal con las personas que me rodean porque hacen todo lo que está a su alcance por mí y aun así me siento sola y tampoco sé qué hice para merecer todo esto.

Lo cierto es que cuando me detengo a pensar me invaden dudas al respecto, pero prefiero apostar a lo positivo de toda esta situación, o no... creo que simplemente, no veo la diferencia entre lo positivo y lo negativo, al menos no en estos momentos en los que el señor 'Freud' ronca aquí a mi lado y mi diario cumple su función... y Ronnie no ha vuelto a escribir... y me siento una inválida aquí tirada en la cama...

Pero arriba mi amigo; el futuro espera por mí, y no solo el futuro: Tadeo, su familia y mis amigos esp..."

Sms recibido: "DEBEMOS HABLAR. DECIDA USTED FECHA Y LUGAR."

El mensaje de texto del señor Francini interrumpió la sesión psicológica con mi diario íntimo; desperté al terapeuta mientras pensaba en cómo responder. No era una oportunidad que quisiera desaprovechar...

-Discúlpeme Morena... -Dijo el hombre acomodándose los lentes. –No sé qué pasó conmigo. ¿Cuánto tiempo he dormido?

-No lo sé señor. –Respondí fingiendo. –Me entretuve con mi teléfono y no reparé en el tiempo.

-Lo lamento. –Dijo con semblante preocupado. "Cuarenta y cinco minutos de siesta y que te paguen por ello es algo que debe ser muy bien disimulado"

Me miró fingiendo pena.

-Hagámonos un favor. –Le desafié mirándolo a los ojos. –No diré nada y usted no dirá nada.

-Gracias... -Pareció aliviado.

Se levantó de la silla, se ajustó la corbata, miró su reloj y se vio urgido por el tiempo...

-Quiero el alta médico. –Dije segura y con voz firme.

-¿Señorita? –Dudó el individuo volviendo sobre sus pasos.

-En dos sesiones no he sabido ni su nombre, pero puedo contar sus palpitaciones y algún secreto profesional que ha dejado escapar entre un ronquido y otro...

-Usted no se atrevería... -Dijo, secando el sudor de la frente con el puño de su saco.

-¿Cómo sabe que no? Ni siquiera sabe quién soy. – Le dije desafiante.

Voy a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora